miércoles, 5 de noviembre de 2008

Sobre la Asamblea Andaluza

Nunca imaginé que la asamblea andaluza de IULV-CA se ganaría un sitio en este blog dedicado al stalinismo, pero ha hecho méritos para ello. Por desgracia, los elementos que se describen más adelante le hacen merecedora de un puesto destacado en esta publicación. El PCE no ha “reparado en gastos” para asegurarse la victoria en la asamblea federal, recurriendo a elementos como los siguientes:

1.- La alianza con sectores de la dirección federal saliente, con la finalidad de conseguir la aprobación de unos censos claramente favorables para sus propósitos. Esta alianza permite también que el conjunto del proceso asambleario esté bien controlado. Primero se pactaron los delegados de cada federación y después los censos, lo cual quiere decir que la próxima asamblea no será reflejo de la realidad político-organizativa de I.U, sino de sectores de su dirección. Una asamblea a imagen y semejanza de parte de la dirección.
2.- La utilización hasta la saciedad del fantasma del “llamazarismo”, convirtiendo a este en el peor enemigo de la organización, culpable de todos los males. Critican su política de alianzas los mismos que forzaron el pacto electoral con el PSOE en el año 2000, de contenidos y resultados nefastos. Los mismos que aquí nos decían al principio de la primera legislatura de Zapatero que había que aprobarle los presupuestos…Critican su actuación como coordinador general los que han compartido con él la dirección federal de IU hasta hace pocos días y ahora siguen estando en ella.
3.- La utilización del documento y de la persona de Julio Anguita para procurarse apoyos no previstos, así como para desmovilizar o “entretener” a sectores que hubieran podido contribuir al desarrollo de una alternativa seria a la situación actual de I.U. Pero cada cual es responsable de sus actos. El propio Julio Anguita, más que dejarse utilizar, ha participado activamente en un culebrón, en una ceremonia de la confusión que aún continúa. Ya se ha visto la estafa de la renovación anunciada en la elección del consejo andaluz, órgano de dirección de la federación más numerosa de IU. Con inteligencia y determinación, la dirección del PCE ha manipulado a un colectivo ávido de verdades y honestidad, antes de que se alumbrara una alternativa por una organización que respondiera al proyecto originario.
4.- El uso de métodos que nunca antes habían sido utilizados en la organización, basados en el cierre de filas y el abuso de poder, sin ningún tipo de garantías de derechos. Este capítulo se podría hacer inacabable, pero lo menos que podemos hacer es señalar los más sobresalientes. Este proceso se lleva a cabo sin comisiones de garantías en la organización, en ningún nivel, pero cuando alguien recurre desesperadamente a un juzgado, le caen todas las condenas. El caso de Bollullos Par del Condado es paradigmático: más de cien afiliados expulsados por el simple hecho de votar en su asamblea. El cinismo del consejo provincial de Huelva les permite negar que haya habido medidas disciplinarias. Redactan una carta cuya firma es condición para estar afiliado, luego antes han sido expulsados. Cuando se presenta una impugnación, se contesta que los afectados “no figuran en la base de datos”, por lo que no tienen ni derecho a impugnar ¿puede esta izquierda ser alternativa al sistema burgués?
Pero la determinación de la dirección andaluza de IULV-CA tiene una causa: tenían que conseguir el máximo de delegados posibles para ganar también la asamblea federal, a costa de lo que hiciera falta. De ahí la resolución contra el consejo provincial de Sevilla, que buscaba provocar el abandono de la asamblea por parte de un buen número de delegados, con el resultado consiguiente en las votaciones. De ahí también la resolución sobre Camas, que pretendió atribuirnos posiciones que no defendemos. En la asamblea provincial de Sevilla, nosotros podríamos haber aprobado resoluciones sobre Sevilla capital, sobre Camas…pero no lo hicimos. No somos iguales, afortunadamente.
El caso de Jaén es indignante. Con una organización partida en dos mitades, no se hace el más mínimo esfuerzo por arreglar la situación, antes al contrario, se agudizan los problemas hasta límites que la gente no está dispuesta a soportar. De ahí la desesperación de algunos compañeros en la asamblea andaluza, cuando ven caer delegados a los que claramente tenían derecho.
5.- La demagogia es la regla en casi todos los temas que se abordan. El discurso anti-PSOE de quienes gobiernan con este en todas partes, de quienes firman con el citado partido acuerdos generales que nos desarman en las asambleas de base, como se ve en la provincia de Sevilla. El discurso sobre Camas, cuando el actual alcalde ha hecho lo que ellos intentaron y no consiguieron, porque la moción de censura que preparaban contra un alcalde de IU fracasó estrepitosamente. El discurso de la unidad, realizado por quien expulsa asambleas enteras sin la posibilidad de recurrir siquiera.
6.- El sectarismo de la dirección andaluza, iguala ya al del Comité Provincial del PCA de Sevilla. Según los datos de esa misma dirección, en IULV-CA contamos con alrededor de veinte mil afiliados, de los cuales unos cinco mil son miembros del PCA, pero en la dirección el porcentaje de militantes de este partido es apabullante, así como en el listado de delegados a la asamblea federal. Cada vez se acercan más a la definición de Carrillo, según la cual IU era el PCE “vestido de lagarterana”.


lunes, 3 de noviembre de 2008

Por aquí se va a Madrid


Un destacado miembro de la mesa presidencial de la asamblea indica el voto a los delegados, con un gesto que también sirvió para indicarles el camino a los que habían sido expulsados.

domingo, 2 de noviembre de 2008

La asamblea de IULV-CA

Varios miembros de la mesa presidencial de la asamblea, negando la entrada en la lista para el consejo andaluz a un advenedizo.


miércoles, 29 de octubre de 2008

Venezuela



Kiva Maidanik: "El 13 de abril es el día de la revolución"

Eleazar Díaz Rangel



—¿Cuándo comenzó a conocer Venezuela? —Desde 1958, antes la veía como una parte de América Latina.
—Ahora que la conoce, ¿puede llamarse revolución lo que ocurre aquí? —Es un proceso sin tiros, sin violencia, que no está guiado por un partido marxista, donde las consignas socialistas no tienen significación alguna... recuerdo que algunos gobiernos africanos se llamaban socialistas para recibir nuestro dinero.
De todas maneras, habría que preguntarse qué profundidad tienen las transformaciones, pero aun así, creo que sí se puede decir que aquí se da una revolución, porque lo más importante es si el pueblo -o una parte muy importante de él- se siente parte de ella. Yo estuve cinco horas el trece de abril hablando con la gente, escuchándola, esforzándome por comprender el “venezolano”, y eso que creía que el español de los cubanos era el más difícil de entender.—¿Quedó convencido?—Sí, ellos sienten el proceso como suyo, ven a Chávez como a alguien que se identifica plenamente con ellos. Las luchas revolucionarias aquí después del 23 de enero, fueron dirigidas y orientadas por la clase media, nunca esta gente se sintió identificada con ellas. Ahora sí son el sujeto revolucionario, que recupera su dignidad, que ve cómo se está haciendo algo nuevo, que participan y que se ven representados por el Presidente.
Ahora, no sé hasta dónde llegarán esas masas sin un partido, sin medios de comunicación, apenas el Canal Ocho, no organizadas, quizás los círculos bolivarianos llenen ese vacío, pero no hay ningún eslabón entre ellos y el líder, salvo Aló, Presidente, creo...
—¿Le impresionó tanto el 13 de abril? — Sí, es que no hay un momento parecido a lo que sucedió aquí ese día, con esas movilizaciones espontáneas, casi sin ninguna dirección, eso nunca ha sucedido en América Latina, y a eso se añade que en este caso la institución armada se mueve como tal, no como un grupo de militares revolucionarios, como ha ocurrido en otros países, y creo que aquí mismo cuando “El Porteñazo”. Ese es el día de la revolución.— ¿Qué piensa de sus amigos del MAS que ahora están en contra? —Entiendo que pueden ser antichavistas, pero me quedo perplejo por el modo como actúan al lado de... ¿Cómo ha podido pasar? No lo comprendo, la hipótesis que se me ocurre es que se marginaron de este proceso, no lo comprendieron al comienzo, y, luego, actúan como si se sintieran celosos. Decir que no ha resuelto la pobreza, la corrupción, la inseguridad no justifica nada, en los procesos revolucionarios éstos no son los primeros problemas a resolver, aunque deben ser enfrentados.— ¿Qué más le ha llamado la atención? —Que por primera vez en la historia de la humanidad no son castigados los autores de un golpe, y algunas manifestaciones que se parecen al fascismo europeo de otras épocas. Y entonces me pregunto, ¿cómo es posible que estos amigos pueden estar junto a esos grupos, coincidir, no condenarlos? Sé que en la oposición hay masas, pero sus extremos dominan.— ¿De dónde viene tanto odio? —Nunca lo hubo en América Latina, sólo los militares de Pinochet y los argentinos tuvieron esas expresiones, ¿cómo pudo aparecer en Venezuela ese odio visceral? Honestamente, no lo entiendo, aunque sé que los medios han jugado un papel estimulante. En Brasil no hay nada parecido, ¿por qué? — ¿Lo que se ha llamado guerra mundial contra el terrorismo puede incidir en Venezuela? —Es un espantapájaros promovido por el imperio para lograr el dominio mundial. Sirve para justificar una provocación, para armar un “incidente”: la historia contemporánea está llena de estos casos.
—¿Puede hablarse de revolución que conserva la propiedad privada sobre los medios de producción?¿qué opina usted que ha sido marxista? — A mi modo de ver, el cambio en la estructura de la propiedad no es lo más importante ni aquí ni en el mundo; importa más la redistribución de la renta nacional y, sobre todo, el problema del poder, que pase de unas manos a otras capaces de esas transformaciones. El pueblo debe sentirse en el poder, como está ocurriendo aquí ahora, para que la revolución siga siendo apoyada por el pueblo. Naturalmente, debe mejorar el nivel de vida, disminuir la disparidad social, la polarización en los ingresos. Con la estatización de la propiedad no se consigue mucho. La izquierda se equivocó en el siglo XX con la estatización que trajo vicios, corrupción, ineficiencia, sin pensar que lo fundamental es un Estado que garantice la justicia social, más libertad, soberanía, democracia, poder popular. La propiedad del Estado es esencial en ciertos casos, por ejemplo aquí en Venezuela, sobre el petróleo. El día que empiece la privatización de Pdvsa es el comienzo del fin. No hay que olvidar que lo fundamental es el poder, quién controla, quién decide.
En fin, lo importante no es cómo bautizan a un bebé, sino cómo crece, cómo vive, cómo se hace fuerte.
LAS FRASES“Por primera vez en la historia...no son castigados los autores de un golpe ” La estatización...no garantiza mucho “La privatización de Pdvsa es el principio del fin ” “Mis amigos se marginaron del proceso,no lo comprendieron ”

Maidanik sobre el imperialismo

Lo del desgaste del modelo neoliberal ya suena como verdad de Perogrullo. La etapa de su hegemonía casi absoluta quedó atrás en los años 90, durante la primera fase de la transición actual. Esa fue la fase fácil.
Al aparecer en nuestro mundo hace treinta años, precisamente a través de América Latina, por la estrecha puerta chilena, el neoliberalismo está demostrando hoy, aquí mismo con mayor nitidez, sus límites y su fracaso. En Argentina y Brasil, Ecuador, El Salvador, Uruguay, Bolivia, en la Venezuela de 1989-92, y de nuevo en la Venezuela del 2002-03, país campeón al respecto. Por algo se proclamó en América Latina, desde el Foro de Porto Alegre, el lema “otro mundo es posible”.
Todo eso ya no pertenece al terreno de la discusión científica. Querría comenzar por donde termina el espacio de lo reconocido, planteando una “hipótesis de trabajo”, sobre uno de los temas en discusión hoy, desde hace, a mi parecer, un par de años.
Primera tesis.Los procesos revolucionarios o renovadores antes mencionados, no son los únicos que se disputan el legado de la hegemonía dejado por los neoliberales en el escenario mundial, o sea, a escala mundial.
Al lado de los procesos de renovación estructural, democrática, social, de rescate de soberanías -y otros que representan la inercia todavía vigente del pasado inmediato del neoliberalismo ortodoxo-, ya se están perfilando dos variantes más de la transición, de la globalización, etc.
Una, la revisionista del neoliberalismo, la del post Consenso de Washington, de Stiglitz, Soros y otros; mas este no es objeto de mi planteamiento. Otra, sin nombre científico universalmente reconocido aún, pero que, en la jerga política, periodística y propagandística, ha sido bautizada como Proyecto Imperial, o Imperio.
Segunda tesis.La cristalización forzada del proyecto imperial en su fase embrionaria abarca los años 80 y 90: junta el reaganismo con el memorando de Wolfowitz. Entonces se trataba más bien de una tendencia colateral, la de la hegemonía neoliberal. Ya en 1999, esa tendencia imperial en ciernes emerge a la superficie del desarrollo político global con la guerra de Yugoslavia. Sin embargo, la “ruptura” decisiva hacia la nueva política hegemónica, la imperial, se produjo sólo con la imposición del bushismo (invierno 2001-2002). Es decir, con la legitimación del criterio unilateralista de estrategia, proyecto y acción estadounidense, por doquier, con cualquier propósito, contra quien fuese, ignorando intereses y oposiciones de donde viniesen.
De hecho –y de derecho- un gobierno nacional usurpó la plenitud del poder de decisión a escala global, en aras de imponer al mundo su proyecto universal, basado sólo en su interés nacional, su seguridad nacional, a corto, mediano y largo plazo. Eso es El Imperio. Al menos a primera vista, tal como se proyecta.
Tercera tesis. En la retrospectiva y perspectiva histórica, el proyecto imperial de la transición/globalización/sistema estable nuevo, se ve como continuidad y al mismo tiempo mutación (y hasta negación) del modelo neoliberal ortodoxo dominante durante el decenio de los 90. Este intento de imposición significa que estamos frente al nuevo desafío global, al nuevo problema global, que puede resultar tan importante y peligroso para la humanidad como el desafío Norte-Sur. Es el problema de la compatibilidad “imperio-mundo”, problema de la existencia impositiva de un único estado soberano dentro –o encima- de un mundo globalizado.
Tal vez se trata de la amenaza más inmediata y mayor para el futuro de la humanidad. Comparado con esta, el tan cacareado problema del terrorismo internacional parece de poca monta. Y lo que es más importante: su derivado.
Cuarta tesis. El surgimiento e imposición incipiente del imperio, obedecen, creo, a tres grupos de factores. Dos son obvios:
1) cierta tradición nacional (cultural, política, psicológica y hasta religiosa) que los latinoamericanos conocen demasiado bien. Entre un sin número de citas, me referiré sólo a dos: en 1906, Mark Twain relata la definición de “anglosajón” emitida por un retirado militar de alto rango ante la delirante y entusiasta “crema de la sociedad” presente, en estos términos: “es una persona que cuando quiere o necesita algo, va y lo toma”. La otra cita es de El Talón de Hierro de Jack London, otro “antiamericano”. A ella me referiré más adelante.
2) la situación de desbalance total de fuerzas que fue cristalizándose a escala global a partir de 1998 y durante la década de los 90, en lo militar, científico, informativo, tecnológico, económico , y al mismo tiempo, la toma de conciencia respecto al carácter transitorio, algo frágil, coyuntural de la situación con respecto y a favor de los Estados Unidos, por la acumulación paulatina de problemas no solucionados o emergentes en cuanto a recursos, rupturas, desniveles económicos; a China y a la posibilidad de resucitación de centros rivales de decisión. De allí el imperativo de una carrera contra reloj para la consolidación “manu militaris” urgente –y para siempre- del status quo del fin de siglo: la eternización del instante magnífico.
La razón número tres es, a mi juicio, más de fondo. Constituye el núcleo de la “hipótesis de trabajo” en la que me ubico. Se trata del cambio objetivo dentro del proceso histórico universal que se produjo al empalme de siglos. Su fase inicial está tocando su fin. Fue la fase fácil de la transición. Es la del “fin de la historia” , del desmontaje de lo esencial del sistema anterior (el del estadismo dominante) que conserva algunos elementos del pasado; desmontaje “pragmático” como el wellfare state en países avanzados, y “espinoso”, ideologizado, fundamentalista -en la semi-periferia. Se impone entonces la nueva fase, crítica, turbulenta del proceso global.
Se trata de la fase de crisis estructural que, dentro de las transiciones de ciclos anteriores, precede la formación de nuevos sistemas integrales estables. Es la fase en la cual se superan definitivamente los bloques y la lógica del sistema anterior, y se cristalizan las variantes y alternativas condicionantes del sistema nuevo. Se da la pugna entre ellos por la hegemonía, por un proyecto único de salida de la crisis. En esa pugna se impone el más fuerte.
Así sucedió en los años 30-40 del siglo pasado, así parece ocurrir en el umbral del siglo XXI -con enormes diferencias, pero dentro del mismo framework. En mi “hipótesis de trabajo”, la cristalización de las variantes viables para salir de la crisis anterior es lo que constituye el tercer factor condicionante y modelador de la variante imperial.
Quinta tesis. Por el momento, están a la vista tres o cuatro variantes de la solución definitiva de la “fase crítica” y del proyecto a mediano plazo (para los próximos 40-50 años): -el post-Consenso de Washington o neoliberalismo “revisado”; -el “otro mundo es posible”, o Foro Social Mundial de Porto Alegre, las manifestaciones del 15 de febrero en todo el orbe, y los procesos renovadores en América Latina;-El Imperio (de Irak en adelante).
La mayor parte de los proyectos para el futuro post-neoliberal se basan hoy día -al menos a nivel declaratorio-, en estructuras horizontales, en redes incluyentes o excluyentes, más o menos democráticas, con un papel mayor o menor asignado a las soberanías nacionales. El proyecto imperial sólo se ve como vertical, piramidal y cerrado, con niveles de democracia a escala global y soberanías nacionales en todas las sociedades menos una, tendientes a cero. Lo que pasó en Irak y en torno a Irak sirve de ejemplo.
Sexta tesis. Sin embargo, existe un imperativo histórico que es el denominador común a todos estos modelos, que los distingue a todos del modelo neoliberal: la superación del espontaneismo dominante inherente a la década neoliberal del proyecto de la “sociedad de mercado”.
Todas las propuestas antagónicas en la confrontación entre ellas, inherentes a la fase actual de la globalización, de uno u otro modo plantean la necesidad de una regulación, encauzamiento, administración, gobernabilidad de los procesos escapados al control nacional e internacional, en los años 80-90. Sea a través de la acción del Estado, o de organizaciones transnacionales, o de la sociedad civil global. Sea en interés de la humanidad, de las mayorías –o de la mejor gerencia del capitalismo de redes financieras, económicas, etc., internacionales, o en los intereses de países del Tercer Mundo, o en aras de la imposición del superestado (elegido y guiado sin intermediarios por Su Dios) Ni hablar de que en el último caso, El Imperio, la medicina resulta infinitamente peor que la enfermedad, casi cualquier caos es preferible al Orden Imperial (léase El Talón de Hierro de Jack London).Empero, lo de realizar en forma perversa e infame cierto imperativo histórico constituye un factor más de lo peligroso y estructural de la amenaza imperial. Lo que da más fuerza aún al otro imperativo: el de la movilización urgente y global de todas las fuerzas y propuestas antagónicas al imperio. Movilización que puede apoyarse, a mi juicio, en la experiencia y las enseñanzas de la historia. No sólo la reciente.
Séptima tesis. Es que no se trata del primer intento o proyecto imperial en la historia contemporánea. Hace 50 años, durante la crisis sistémica anterior, también se cristalizaron distintas variantes de regulación y encauzamiento de procesos que habían escapado al control y posibilidades de las tendencias dominantes del capitalismo de comienzos del siglo XX. Todas aquellas variantes o alternativas –la keynesiana (rooseveltiana), la del Frente Popular y la nazi-hitleriana- también tuvieron algo en común: la intervención y la imposición más o menos drástica del Estado (reformista, revolucionario o retrógrada). En aquél entonces nacional.
Parece obvio cuál de esas variantes de los años 30 tiene más rasgos de afinidad estructural con el bushismo, con el Proyecto Imperial del Siglo XXI (IV Reich). Conocemos también (especialmente nosotros, los de la ex –URSS) el precio pagado por la humanidad por borrar esta variable de la historia y la geografía del planeta. Es aquí que se impone la lectura de El Talón de Hierro de Jack London
Hay que reconocer que tal vez, en el pasado, abusamos de las referencias al fascismo. Mas de una vez nos vimos en el rol del pastorcito de la triste suerte (viene el lobo, viene el lobo...) Lo mismo tal vez sea cierto con algunos planteamientos respecto a la política imperialista (no imperial) de los Estados Unidos (caso Carter). Pero esta vez, se trata definitivamente del lobo, tremendo, real. Además, del de la raza más peligrosa de verdad.
El parentesco entre las dos variantes de la solución imperial –la hitleriana y la bushista- la que preconizaba el imperio global de una raza biológicamente elegida, y la de Un Estado elegido por Dios (sin intermediarios), se ve como estructural por: -lo común de su génesis histórica (dos “hijas de la crisis”)-lo común de su misión histórica objetiva (encauzar y controlar por la fuerza del Estado los procesos nacionales e internacionales que se habían escapado al control sistémico anterior)-lo común de y en los proyectos del futuro, de la práctica llamada a realizarlos, de cierta mística maníaca-lo común en el descaro, el irrrespeto absoluto al derecho e instituciones internacionales, vidas humanas, etc.
Octava tesis.Lo común entre la amenaza nazi y la del Imperio presupone y condiciona la lucha contra ellas. O sea, tanto las tendencias objetivas de resistencia al imperio, como las estrategias de “los que resistan” , son paralelas, en algunos aspectos análogas a la lucha anti-nazi de los años 30-40.
Planteándolo de otro modo: la resistencia al imperio (“hincar la barra de hierro entre las mandíbulas de la fiera”) se perfila como “la heredera”, no sólo de las luchas anti-imperialistas y democráticas de la segunda mitad del siglo XX, sino –y quizás más aún- de la lucha anti-nazi y anti-fascista de los años 30 y 40 del mismo.
Claro que por el momento existen tres factores fundamentales que diferencian estas situaciones y tendencias: uno, sumamente desfavorable para el presente: la ausencia de la URSS, del Ejército Rojo, etc., o sea, del factor decisivo de la resistencia ubicado fuera del sistema en crisis. Otros, al contrario, están jugando en contra del Imperio: la fuerza del movimiento global de masas (15 de febrero, Porto Alegre, etc.); y la democracia representativa, siempre imperante en EEUU. Así que lo que se impone no es la reproducción literal, total de la estrategia y práctica de la lucha anti-nazi, sino más bien su mística, basada en lo total del carácter de esta lucha, por un lado; y muchas enseñanzas prácticas más concretas de esto.
Novena tesis. Tanto el carácter de suicidio global que tiende a adquirir el nuevo Armageddon (el nuevo Stalingrado) dentro de la confrontación armada con el imperio, como el desbalance actual de las fuerzas bélicas, plantean, creo, el imperativo de derrotar el proyecto imperial esencialmente en el terreno político (cultural, económico, etc.). O sea, lograr que sea la población de los EEUU mismos que rechace este proyecto sumando sus adversarios actuales (las “costas”, las minorías), una parte de los “patriotas” que hoy día están apoyando y empujando el proyecto imperial.
Actualmente, se están perfilando dos líneas magistrales de acción global, llamadas a imponer esta posición, esta opción, este reto: una, a través del aislamiento más o menos total de los adeptos al imperio a escala global (manifestaciones, lucha político-electoral, etc), el llamado a la razón y a la moral. Otra, mediante la resistencia tenaz (incluida la armada) de los agredidos por el imperio; la derrota de sus proyectos concretos (derrota que no necesariamente significa la victoria militar de los resistentes, pero sí lo elevado del precio pagado por su acción, económico y sobre todo,”humano” -entre comillas por la incertidumbre de si se puede llamar humanos a los invasores del imperio).
Quizás sea esta “segunda línea” (resistencia/derrota), la que llama al instinto de conservación y a sopesar costos y beneficios, la que resulte más eficaz para convencer a los que hoy constituyen el “núcleo duro” de los partidarios del proyecto imperial (los “patriotas”, los de “heartcanal”, “Bible Belt”, etc.) poco sensibles al rechazo político que viene “de afuera”, o a los argumentos racionales y éticos.
Décima tesis. Apoyarse en la experiencia y enseñanzas de la lucha anti-nazi no se reduce, claro, al impacto emocional de las denuncias y comparaciones respectivas a las consignas llamativas (“¡No pasarán!”), y a los recuerdos de las bestialidades nazi, aunque todo eso sea de suma importancia. Se trata también de algunas enseñanzas políticas, que son importantes precisamente porque acentúan las diferencias respecto a estrategia, táctica, discurso anteriores, para superar la inercia de estas últimas. Me referiré sólo a los problemas de la lucha anti-nazi o contra el fascismo global; el doméstico o periférico merece un análisis aparte.
Se trata de un problema algo más complejo de lo que parece, porque abarca y combina enfoques formalmente contradictorios. Una de las enseñanzas (exigencias) de la lucha contra el imperio –tal vez la principal- es el imperativo de la máxima amplitud de alianzas y coincidencias, mayor que la de la confrontación contra el neoliberalismo, amén del capitalismo, contra el adversario común. Algo esquemáticamente: contra el imperio, contra “el talón de hierro”, no hay aliado malo o inadmisible. Además, se trata de alianzas, coaliciones, etc., a escala universal, sin roles y hegemonías pre-establecidos.
Al mismo tiempo, se trata de la lucha despiadada, sin compromisos, contra los cómplices del imperio: no se trata de los adversarios políticos o sociales, sino de la “quinta columna” del enemigo mortal. Se impone postponer la solución de las contradicciones sociales, políticas e ideológicas de ayer y de mañana en aras de ganar la batalla del presente, confinar la fiera a su jaula, de combinar la máxima flexibilidad con respecto a los aliados, por provisorios que sean, sin olvidar que los aliados, tratados así, podamos también ser nosotros, no obligatoriamente “los otros”. Con una política intransigente, con el mínimo minimorum de componendas hacia el imperio. No solo ni tanto por razones éticas y morales, sino porque la lógica del imperio es totalizadora, no le satisface nada menos que la dominación total del terreno que haya escogido.
Hay muchos puntos más al respecto que merecen, al igual que el problema de los fascismos y el de los Quisling’s locales, un análisis aparte. Sin embargo, hay algo que me parece estar poco a poco emergiendo de la zona de las discusiones, lo mismo que el problema de la hegemonía neoliberal: por ahora, y tal vez por un decenio más, el problema del imperio, de la imposición, derrota o abandono del proyecto imperial, se presenta ante la humanidad como El Problema. Es decir, como condicionante, como el que necesariamente debe ser solucionado antes de que se enfrente otros desafíos, amenazas, peligros, etc. globales. Esta solución hoy tiende a determinar el futuro de la humanidad. En ambos sentidos: cómo será ese futuro, y si será.
O al rechazar el proyecto recesivo y suicida de los anglo-sajones modernos (léase Mark Twain) la humanidad arrancará por el camino de la solución de otros problemas globales imperantes (y aquí, las vías de los aliados anti-imperio, necesariamente se bifurcarán), o se enfrentará a la vorágine de su vía crucis última.

martes, 28 de octubre de 2008

Humanidad sin límites y herejía revolucionaria. Guevarista en la URSS de ayer; soviético en la Rusia actual.


El 24 de diciembre del 2006 murió en Moscú Kiva Maidanik, un intelectual revolucionario de excepción, un entrañable militante y amigo de las mejores causas de la humanidad...

Del amor y la amistad.
De la justicia y la verdad.
De la ciencia.
De la honestidad.
De la sensibilidad humana.
Del cariño familiar.
De la liberación de los (as) oprimidos (as) de todas las cadenas.
Historiador, trabajador de la Academia de Ciencias de la URSS, investigador del Instituto de Economía Mundial y Relaciones Internacionales de Moscú, estudioso de la realidad China y de la Guerra Civil Española, especialista de los mejores en América Latina y el Caribe.
Autor de numerosos artículos, ensayos y libros, una parte de ellos traducidos al español y a otros idiomas.
Soviético en el sentido bolchevique, leninista; antes, durante y después del colapso del llamado socialismo real. Inclaudicable en sus principios, flexible e innovador en sus constantes creaciones políticas y teóricas.
Soviético en ese mismo sentido hasta el final de su vida física.
Estudioso y admirador de Ernesto Che Guevara, de su pensamiento, de su accionar, de su ética revolucionaria, de su inmensa humanidad… sintetizados magistralmente por él en su ensayo «El Revolucionario» y en la ponencia titulada «La séptima vida del Che Guevara»…, presentada en ocasión de la realización en Madrid, España, del Seminario auspiciado a el verano de 1998 por la Fundación de Investigaciones Marxistas, FIM, bajo la dirección de Manuel Monereo, expuestos además extensamente en su libro «El Che Guevara: sus épocas y su América»
Guevarista en tiempos en que el dogma staliniano y neo-estaliniano condenaba a la discriminación y a la marginalidad a los defensores de esa posición en el seno del mundo intelectual de la ex-URSS.
Guevarista hasta días reciente cuando nos entregaba orgulloso la primera recopilación en ruso de una parte de los trabajos del Che, publicada, paradójicamente, en la Rusia capitalista bajo su dirección.
Su extraordinario talento, su enorme y multifacética erudición, su impresionante sentido crítico, su capacidad para captar los más mínimos detalles de cada proceso y de cada país adentrarse en la cultura de nuestros pueblos y de sus protagonistas, su deslumbrante memoria y poder de comunicación, contrastaban permanentemente con su hermosa modestia y su austera sencillez.
Kiva transpiraba, sin proponérselo inteligencia y conocimientos a granel, derrochaba sabiduría sin la menor pedantería, sin la mas leve señal de autosatisfacción o prepotencia.
Kiva heredó su austeridad de sus días de infancia durante los rigores de la Segunda Guerra Mundial, del sacrificio y la estoicidad del pueblo y del ejército soviético en aquellos días tan duros como gloriosos.
Cultivó su talento y capacidad de amar junto a su padre, un jurista de orientación socialista, y junto a su madre, un ser profundamente cariñoso y de una inteligencia aguda, sensible y vivaz.
De ascendencia judía sufrió los amargos acosos de la discriminación y la represión, convirtiéndolos sublimemente en amor por la humanidad y en lucha contra todas las expresiones de injusticia y represión.
El rigor científico y su entrega al trabajo jamás le impidió desarrollar una condición humana repleta de amor, de cariño, de amistad, de familiaridad y solidaridad hasta en los últimos detalles y las últimas consecuencias, expresando siempre un tierno afecto por los (as) niños (as), los propios y los de otros (as).
Las causas políticas que más captaron su mente y su corazón fueron siempre las más justas y difíciles:
la Guerra Civil Española,
la Revolución China,
la Revolución Cubana,
la Resistencia heroica del Pueblo Vietnamita,
las Luchas Guerrilleras en América y el Mundo,
las Epopeyas del Che,
el Combate Antifascista,
la Revolución de Abril de 1965 y la Guerra Patria contra el invasor yanqui en Santo Domingo,
la Primavera de Praga y la lucha por la renovación del socialismo en Checoslovaquia,
la Perestroika en su fase inicial (antes de su desvío por el sendero procapitalistas),
la Revolución Sandinista,
la Guerra Liberadora del FMLN en El Salvador,
el Combate contra la pinochetismo,
la Heroica Lucha del Pueblo Guatemalteco…
Murió abrazado, desde la ciencia y el corazón, a la Revolución Bolivariana de Venezuela y a la actual ola expansiva en pro de la Liberación de la Patria Grande.
Y todo esto desde un pensamiento profundamente analítico, desde una crítica sin par al capitalismo dependiente en sus diferentes niveles de desarrollo y en su actual versión neoliberal; desde un enjundioso esfuerzo por desentrañar sus crisis periódicas y las perspectivas de cambios a la luz de los diversos ascensos de las luchas populares.
A su altísima sensibilidad social y humana unió un rechazo visceral al despotismo.
Y esto, con demasiada razón y profundo sentimiento, lo llevó a reflexionar sobre Stalin de esta original manera:
“Nosotros, demasiado tarde hemos entendido las palabras del compañero Stalin, al decir: “la plena unanimidad es posible solo en el cementerio”; no entendimos que era todo el programa, luego el partido se transformó en ese cementerio y el país en la plena unanimidad" [1]
Pero su firme actitud no solo se refería a ese despotismo extremo, sino a todas las variantes de represión y autoritarismo, dentro de cualquier modo de producción y distribución, en el marco de cualquier sistema político-institucional, incluidos aquellos de aparente o real orientación socialista y/o antimperialista.
Era capaz de valorar el significado positivo de las más variadas resistencias a la tutela, las agresiones y las invasiones imperialistas, sin por ello abrazarse al absolutismo de esos regímenes y de los gobernantes que la encabezaban, llámense éstos Sadam, Milosevic o Kim Il Sung.
Kiva amaba demasiado la libertad y la creatividad, y no precisamente pensando en sí mismo, sino -sobre todo- pensando en los demás, en toda la humanidad.
Por eso Kiva Maidanik fue un precursor de la nueva democracia y del nuevo socialismo desde el mismo corazón del «estatismo burocrático», como con precisión científica denominó al llamado socialismo real. Una especie de anticapitalismo que después de los años 30 no pudo llegar a ser socialismo.
Quizás por eso abrazó con gran pasión y excesivo optimismo, tanto la Perestroika (a la que llamó “revolución de la esperanza”) como (previamente) el modelo de tránsito revolucionario nicaragüense, en esa necesaria y ansiosa búsqueda de un socialismo con democracia participativa; sin reparar suficientemente en las desviaciones y errores que provocaron sus degeneraciones y/o fracasos. Tales yerros no fueron exclusivos de él, sino que no pocos de los que pensamos de manera parecida incurrimos, en grados diversos, en fallas similares.
Sufrió como nadie los duros reveses del último tramo del Siglo XX, hasta recuperar el entusiasmo revolucionario cuando nuestra América inició su cuarta oleada de cambios, recuperando su condición de continente de la esperanza. El advenimiento del proceso hacia la revolución en Venezuela fue para él como una especie de bálsamo vivificante.
Nunca, sin embargo, dejó de estimular el renacer revolucionario y de ponderar la trascendencia del ejemplo del Che para ese noble propósito. Pero lo hacía también con cierta vergüenza propia (injusto consigo mismo, además) por el impacto en su ser de lo acontecido con la revolución soviética.
Así lo refleja en estas palabras tomadas de uno de sus brillantes trabajos sobre el Che:
“No le es nada fácil a uno de Moscú dirigirse a vosotros… Mi país, que había iniciado hace ochenta años el primer asalto de la humanidad al cielo e hizo tanto para salvarla de lo mayores peligros del siglo, país tan admirado por el Che y tan criticado por él, cumplió sus peores vaticinios –y no supo a finales de este siglo ni resistir ni morir como el pasado inmaculado de su mensaje emancipador, su antorcha- de siglo y milenio nuevos. Cada uno de nosotros tiene su cuota de culpa por eso. Unos más que otros.” [2]
Tal realidad lo torturó de manera muy especial, sobre todo por los efectos emocionales acumulados en su duro tránsito del “único” intelectual proclamadamente guevarista de la URSS a uno de los(as) pocos(as) soviéticos(as) de la Rusia actual.
Eso explica que no pudiera vencer la tendencia a su muerte física a pesar de su formidable corpulencia y su magnífica espiritualidad. En otras circunstancias no tendríamos la menor duda de que Kiva pudo ser un auténtico longevo, para mayor alegría nuestra.
Una enorme deuda de gratitud para con él Tenemos los (as) revolucionarios(as) latinoamericanos (as) y caribeños (as).
Una deuda, por su naturaleza, imposible de saldar.
Una deuda intelectual, una deuda de solidaridad política y humana, una deuda de amor y amistad.
Y no lo digo porque Kiva haya militado y cotizado religiosamente y simultáneamente en el Partido Comunista Salvadoreño y en el Partido Comunista Dominicano; ni por los rublos, que procedentes de sus manos, cuidadosamente ocultados hasta frente su familia, ayudaron a aliviar las dificultades de tantos revolucionarios (as) de América y del mundo a su paso por Moscú.
Lo digo por sus magníficas enseñanzas, por su capacidad para trasvasar hacia nosotros(as) ideas de calidad y actitudes de gran valor.
Lo digo por su indestructible bondad, por su condición de dador de amor hacia nosotros (as), hacia los (as) nuestros (as), hacia los suyos, hacia los demás.
De esto sí supo mucho nuestro hermano Schafik y su esposa Tania.
Saben mucho Jerónimo Carrera, Mercedes Otero y Francisco Mieres, sus hermanos(as) venezolanos.
Saben sus amigos(as) y colegas cubanos(as): Luís Suárez, Tania, Juan Valdez Paz, Fernando Martínez Heredia…
Sabe mucho también Marta Harnecker y sabe Tanya Vorocheikina. Sabe demasiado Galia, su hermana en la amistad, también orgullosamente soviética y bolivariana.
Saben Natacha, su esposa, Artemio y María, su querida prole.
Sabemos tanto Lulú y yo, y muchos (as) otros (as) de su entorno y de este lado del río.
De mi parte me resulta imposible pensar en él desvinculado de Schafik Handal, del comandante Manuel Piñeiro (Barbarroja), de Nayo Alvarado (asesinado siendo Secretario General del Partido Guatemalteco del Trabajo) y de Roque Dalton (el poeta y revolucionario sin par salvadoreño)…
Esta deuda es impagable aunque por razones muy distintas a la que acogota a nuestros pueblos.
Es impagable, pero hay que devolverla en lo posible; procurando ser como él, luchando con el mismo desinterés personal que él, repartiendo cariño como él y dando a conocer todo lo que escribió, todo lo que practicó y todo lo que hace de él uno de los más formidables intelectuales orgánicos de las revoluciones de la segunda mitad del siglo XX y del inicio de este nuevo siglo.
Narciso Isa Conde

KIVA MAIDANIK



Kiva Maidanik, un soviético guevarista crítico de Stalin
Néstor Kohan
Rebelión
Conocí a Kiva Maidanik en 2005, en la inauguración de la Escuela de Formación Política Florestan Fernandes del Movimiento Sin Tierra (MST) de Brasil. Fue una auténtica sorpresa. No sabía que iba a estar allí. Me tocó compartir un viaje sin saber que era él… Nunca lo había visto en persona. En un momento pensé: "¿Este viejo canoso no será…?" Cuando comenzamos a conversar, le planteé inmediatamente mis discrepancias y críticas. Hablamos de Mijaíl Gorvachov y del bluf que significó la Perestroika. Kiva había apostado, infructuosamente, a desestalinizar la Unión Soviética (URSS) de la mano de Gorvachov. Se había equivocado notablemente.Nuestro diálogo comenzó por ahí. No tuvo ningún problema en reconocer sus errores. Pacientemente me fue explicando las razones de ese fracaso. También me relató los argumentos por los cuales no se quiso sumar al nuevo PC ruso. Terminante e indignado, afirmó: "Esos no son comunistas, son nacionalistas".A lo largo de los días que duró la Escuela las conversaciones con Kiva continuaron. Cada una era más interesante y rica que la anterior. Lamento profundamente no haberlo grabado. Kiva exponía sus relatos con lujo de detalle y obsesión de artesano perfeccionista. De su rememoración emergían y fluían fechas, nombres, lugares, datos muy precisos que la memoria no alcanza a retener como una grabadora. Era cautivante y seductor. Tenía un humor muy fino y cáustico.Yo venía cargando con todos los prejuicios en la espalda. Había leído desde hacía años sus libros, artículos y folletos, sabía que había pertenecido al partido soviético. Lo imaginaba como un burócrata moderno y aggiornado. Nada más lejos de la realidad. Incluso, por esos días, el compañero cubano Carlos Tablada Pérez me había solicitado un prólogo para su excelente y riguroso libro El pensamiento económico del Che. Al redactarlo incluí algunos apuntes sobre los debates ocurridos en la década del '80 en torno al Che. Allí criticaba a Kiva Maidanik. Afortunadamente el prólogo no había salido todavía de la imprenta. Al regresar a mi país, luego de conocer personalmente a este viejo revolucionario, decidí suprimir las críticas a Kiva. Simplemente las borré. Había sido injusto y Kiva, aun con sus limitaciones y falencias, no se las merecía.En varias ocasiones a lo largo de la Escuela Kiva nos contaba anécdotas, debates, confrontaciones, peleas y experiencias de lucha que no siempre han sido publicadas. Invariablemente las historias de Kiva giraban en torno a las rebeliones e insurgencias de América latina, su objeto de estudio, su gran pasión, el amor de sus amores. Ante interlocutores mucho más jóvenes que él —donde convivían salvadoreños, cubanos, argentinos, nicaragüenses y brasileños; algunos ex comandantes guerrilleros, otros sacerdotes y la mayoría simples militantes de base—, Kiva nos atrapaba explicando las distintas posiciones que habían disputado al interior del equipo soviético. El papel nefasto de la burocracia. El lugar de la KGB (a la que pertenecía, dicho sea de paso, el único biógrafo de Guevara en idioma ruso) y cómo esta institución de inteligencia había reclutado a algunos dirigentes de PPCC de América Latina (él daba nombres y apellidos precisos); más preocupados en cumplir y hacer obedecer las directivas oficiales del Estado soviético que en hacer la revolución en América latina.Sus relatos e historias iban in crescendo y alcanzaban el clímax cuando se refería al Che y a Fidel. Kiva era un partidario de la revolución cubana y un guevarista convencido y genuino. Sus ojitos claros le brillaban y su sonrisa generosa se le ensanchaba de repente cuando rememoraba su encuentro personal con Guevara en los años '60 y el modo en el cual el Che increpaba a los soviéticos por no priorizar la conciencia comunista.Cuando le regalamos un libro nuestro sobre el pensamiento del Che, él nos entregó a cambio un libro suyo que lleva en la cubierta una foto donde se lo veía más joven junto al guerrillero argentino-cubano. Le explicamos que no entendíamos una palabra de ruso y se lo devolvimos. Con una nueva sonrisa, él insistió diciendo: "Ya encontrarás a alguien que te lo traduzca". A esta altura la URSS no existía más. No estaba actuando o simulando Su guevarismo no era fingido ni impostado, sino genuino y sentido.Pero él no se detenía en la admiración por el Che. A pesar de haber pertenecido al Partido Comunista de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas-PCUS (que durante los años '60 y siguientes se opuso a los destacamentos revolucionarios de América Latina en nombre de la "coexistencia pacífica" y una ilusoria "paz mundial") Kiva también defendía a la nueva izquierda revolucionaria latinoamericana, seguidora de las ideas de Guevara. La conocía de primera mano en cada uno de sus dirigentes. El viejo era una auténtica enciclopedia caminando.Asimismo, en cada charla, nos daba información precisa de los funcionarios soviéticos que se habían encargado oficialmente de América latina y se habían opuesto con tenacidad a la lucha armada continental. En forma taxativa nos dijo: "Esos tipos no entendían nada", para luego agregar: "algunos de ellos ni siquiera sabían hablar el castellano. ¡No sabían nada de nada! ¡Eran unos carajitos [sic]!".Probablemente, quien mejor haya definido a Kiva es Joao Pedro Stedile, dirigente del MST. Cuando en un momento Kiva no aparecía y le tocaba hablar en la Escuela ante una numerosa audiencia militante, Joao Pedro toma el micrófono y, con una ironía casi argentina, lo llama públicamente del siguiente modo: "¿Dónde está Kiva Maidanik, el compañero soviético que hace 50 años nos viene hablando mal de Stalin?". Seguramente esa fue y será la mejor definición de su pensamiento teórico y su personalidad política.Lamentablemente, Kiva ya no está con nosotros. Acaba de fallecer. No obstante sus errores o limitaciones, Maidanik se esforzó por representar en su prolongada práctica militante el espíritu de continuidad internacionalista de la revolución bolchevique de 1917, del legado revolucionario de Lenin y sus compañeros, la herencia del heroico pueblo soviético que "invirtió" 20 (veinte) millones de muertos para derrotar a los nazis y que fue aplastado, reprimido o traicionado por diversas camadas de burócratas, oportunistas y mediocres funcionarios.Querido compañero Kiva Maidanik: ¡Hasta la victoria siempre!

Salvador López Arnal. Antología de textos de Manuel Sacristán sobre la "Primavera de Praga": la revolucíón traicionada

Desde ese punto de vista yo creo que lo que sucede hoy día es “la vuelta al revés”, pero eso es sólo una consecuencia histórica de otro revés, del revés mucho más profundo y real, que le sobrevino a la Revolución de Octubre a finales de los años veinte, que les sobrevino a las revoluciones de Europa central en la transición de los años treinta a los cuarenta, de ese fracaso y vergüenza eterna para nosotros que fue el pisotear, aplastar con nuestros tanques, la revolución más prometedora y socialista de la segunda mitad de siglo “en la Praga” del 68. Ahora se trata más bien de la cosecha; nosotros cosechamos las consecuencias de lo que pasó antes [el énfasis es mío].
Kiva Maidanik (1990), “El Estado y el proceso de la transición”.

Finalizada la segunda guerra mundial, Checoslovaquia se perfilaba como uno de los países más avanzados de la Europa de postguerra. La rápida recuperación de su tejido industrial y el reconocimiento de la autonomía política de Eslovaquia dibujaban un magnífico camino para la resolución de los principales problemas del país. El Partido Comunista de Checoslovaquia (PCCh) llegó a ser una de las organizaciones comunistas más influyentes en el período de entreguerras, el partido más importante en Centroeuropa y Europa del Este después de 1945. Operando en la clandestinidad desde 1938 tras la invasión alemana, gozó de verdadera popularidad entre la población. A diferencia de lo que sucedía en Bulgaria, Polonia o en otros países del este europeo, el intento de construcción del socialismo en Checoslovaquia parecía fundamentarse en un real apoyo popular que tenía su origen más inmediato en el decisivo papel desempeñado por los luchadores comunistas en la activa resistencia de checos y eslovacos contra el nazismo, combate iniciado años atrás, con su destacada presencia en las Brigadas Internacionales que habían acudido a la llamada de la España republicana.
Con el programa de Kosice, una coalición de ocho partidos políticos de izquierda o centroizquierda unidos en el Frente Nacional gobernó el país desde 1945. El gobierno provisional contaba con un tercio de ministros comunistas. En octubre de ese mismo año se nacionalizaron bancos, compañías de seguros, fábricas siderúrgicas y empresas con más de 150 trabajadores. Por los “decretos de retribución” de mayo y junio de 1945, propiedades alemanas y húngaras en Checoslovaquia fueron transferidas al Estado, quien las distribuyó sin costes de adquisición entre campesinos sin tierra. Un decreto gubernamental de 1945 otorgaba poderes reales, tanto en empresas públicas como en corporaciones privadas, a los consejos sindicales.
En las elecciones generales de mayo de 1946, el PCCh obtuvo algo más del 40% de los votos en la actual República Checa, convirtiéndose en el partido mayoritario en esta parte del país. En Eslovaquia, alcanzó un 30%, mientras los demócratas-liberales rozaban el 62%. En la Asamblea Nacional, los diputados elegidos del PCCh podían formar una neta mayoría parlamentaria con el apoyo del ala izquierda del partido socialdemócrata, quienes había obtenido el 16% de los votos en territorio checo.
En febrero de 1948, ante la negativa de los demócratas-liberales de llevar a cabo unas transformaciones socioeconómicas que el PCCh había propuesto en un proyecto de ley sobre seguros sociales, el partido organizó en Praga una gran demostración de fuerza. Klement Gottwald, entonces presidente del consejo de ministros, solicitó al presidente Benes la formación de un nuevo gabinete que otorgara al partido comunista los principales ministerios. Benes cedió a las peticiones. La movilización y presión de los sindicatos dirigidos por Antonin Zapotocky fue decisiva en la resolución de la crisis.
El nuevo gobierno no se desvió esencialmente de las directrices económicas y sociales que regían en el país desde 1945. Los cambios más destacados fueron la aprobación de un nuevo sistema nacional de seguridad social, la revisión de la reforma agraria de 1920 y la nacionalización del comercio exterior, el comercio al por mayor y las empresas de más de 50 trabajadores. Seguían siendo legales, la pequeña y mediana propiedad privadas. En 1949 Checoslovaquia ingresó en el Consejo para la Ayuda Económica Mutua, el COMECON, y la producción económica del país se empezó a orientar hacia la industria pesada, la minería, la metalurgia y la construcción de maquinaria, en detrimento de los servicios, las infraestructuras, la agricultura, la investigación científica y la industria ligera.
No es contradictorio con este importante apoyo ciudadano que el estalinismo más represivo dictara su ley precisamente allí. El “inadmisible desviacionismo” yugoslavo estuvo probablemente en la base de las nada disimuladas presiones soviéticas a la dirección del PCCh. Artur London viceministro checo de Exteriores, antiguo brigadista en la guerra de España, deportado a Mauthausen en 1944 donde fue uno de los principales artífices del comité de resistencia del campo, fue detenido, torturado y encarcelado por la policía de la Seguridad del Estado. No fue el único caso. La sentencia del Tribunal de Estado de Praga de noviembre de 1952 condenaba a Vavro Hajdu, viceministro de Exteriores, a trabajos forzados a perpetuidad, al igual que a Eugen Löbl. Ladislav Holdos, veterano de las Brigadas Internacionales, miembro de la Resistencia, detenido en 1943 y deportado a Buchenwald, fue condenado como nacionalista burgués a 12 años de cárcel y enviado a las minas de uranio. Fueron condenados a muerte, Rudolf Slansky, Bedrich Reicin, Bedrich Geminder, Ludvik Frejka, Josef Frank, Vladimir Clementis, Karel Svab, Rudolf Margolius, Otto Fisch, Otto Sling y André Simone. En todo el proceso fue esencial la figura de Ladislav Kopriva, antiguo deportado, ministro de Seguridad del Estado. Fue él quien organizó la detención de Slansky, el secretario general del PCCh, con la dirección y apoyo de los agentes soviéticos.
La posterior marginación de Gottwald hizo que Antonin Novotny se aupara a la dirección del PCCh y él mismo, tras la muerte del presidente Zapotocky, el antiguo líder de la organización sindical unitaria, reunió en su persona, a partir de 1957, las funciones esenciales del Estado checoslovaco.
A pesar de que tras el XX Congreso del PCUS y el informe Khrushev, se fue generando en el partido checoslovaco una corriente de opinión favorable a la revisión de los procesos, el poderoso secretario general se opuso frontalmente a ello asegurando la corrección legal de los juicios celebrados. No fue hasta finales de 1962, durante la celebración del XII Congreso del PCCh, cuando Novotny empezó a sufrir una pérdida relativa de poder con la incorporación de nuevos miembros a la dirección del partido, siendo también entonces cuando se elaboró un nuevo programa económico y se inició la revisión de los procesos políticos estalinistas. Si el deshielo del XX Congreso del PCUS apenas alcanzó tierras checas y eslovacas, los efectos del XXII Congreso de 1961 sí se hicieron notar. La dirección del PCCh no pudo seguir permaneciendo amurallada. Incluso cuando en 1964, después de la destitución de Jruschev, los nuevos mandarines soviéticos intentaron frenar las “concesiones” de los dirigentes checoslovacos, el proceso de tímida renovación ya había avanzado suficientemente para que la vuelta atrás fuera imposible.
La renovación que poco a poco iba surgiendo en las sociedades checa y eslovaca fue, sin embargo, duramente reprimida. Desde instancias oficiales se sostenía en discursos y polémicas partidistas que el principal problema político checoslovaco no era el autoritarismo, la alargada sombra del estalinismo, la omnipresencia burocrática o la omnipotente y eterna razón de Estado sino, por el contrario, la radicalidad de una democracia excesiva. La fractura abisal entre palabras y hechos crecía aceleradamente.
Las ansias de renovación se fueron extendiendo entre diversos y amplios sectores ciudadanos. En el IV Congreso de escritores checoslovacos celebrado en 1967, se protestó abiertamente contra las prácticas autoritarias del partido. Rossana Rossanda ha recordado su visita a Budapest y Praga en 1965 presidiendo una delegación de intelectuales comunistas. Después de su encuentro con Lukács y su visita a Budapest, la fundadora de Il Manifesto señala que era evidente que una glaciación había empezado a resquebrajarse. Sus tesis sobre políticas culturales eran recibidas con agrado y acuerdo por Kosik, Antonin Liehm, Novomesko y el “gigante Kundera, joven y timidísimo”-
La torpe reacción de Novotny y el hecho de que el PCUS, con Breznev a la cabeza, no le apoyara claramente, posibilitaron los ansiados cambios políticos en el partido checoslovaco. En enero de 1968, una nueva dirección encabezada por Alexander Dubcek, un trabajador mecánico que había sido secretario general del PCCH de Eslovaquia, tomaba las riendas del partido. De forma inesperada, se adelantaba la primavera en Praga, y con ella las esperanzas socialistas renovadas y reforzadas. De este trasfondo surgió un fuerte movimiento político a favor de un nuevo estilo político, de nuevos contenidos programáticos, de búsqueda de proximidad entre el decir y el hacer, entre nuevas palabras y acciones creíbles. Las reuniones del comité central del PCCh entre octubre y diciembre de 1967 fueron el preludio. La crisis estalló definitivamente el 5 de enero de 1968 y tuvo tres momentos clave: el congreso de los escritores checoslovacos, con su petición de puesta en práctica de las libertades ciudadanas que reconocía la propia Constitución socialista del país; las manifestaciones estudiantiles del campus de Strahov y, finalmente, el tenaz e inteligente enfrentamiento de los comunistas reformadores con los sectores más inmovilistas y cegados del partido. El comunicado de la sesión del comité central del 5 de enero de 1968 no era extenso en explicaciones pero en él se apostaba claramente por la democratización del país. Novotny era revelado de su cargo de primer secretario del partido y Dubcek pasaba a ocupar un primerísimo plano político.
Poco después del pleno de enero, se levantó la censura en el país, se garantizaron los derechos políticos y la libertad de expresión y asociación. La democracia en serio, las libertades ciudadanas y el intento renovado, no meramente nominal, de construcción de una sociedad socialista no eran los polos opuestos de un cortocircuito insuperable. Las luces democráticas también iluminaron otros ámbitos. Se produjeron transformaciones notables en el funcionamiento interno de la propia organización del partido. Se restableció el voto secreto, se situó a un representativo comité central por encima del secretariado y del politburó, y se acordó que el presidium, el máximo órgano de la organización partidista, debía estar formado por miembros del PCCh que no desempeñaran cargos gubernamentales de carácter general, plurinacional. En los que serían últimos días de la Primavera de Praga, el PCCh se encaraba a un proyecto de actualización de los estatutos de la organización que apareció publicado el 10 de agosto de 1968 en Rudé Právo [El Derecho Rojo], el periódico del comité central. El Parlamento volvió a adquirir funciones de control y vigilancia de los órganos del poder ejecutivo y la Administración, y la policía política fue disuelta.
En abril de 1968, el comité central del partido aprobaba el "Programa de Acción". El documento sintetizaba los principios en los que debía basarse el socialismo de rostro humano que postulaban Dubcek y la nueva dirección del PCCh El amplio programa de rectificación defendía, en el terreno político y en los ámbito social y ciudadano, la libre creación de partidos políticos que aceptaran las instituciones socialistas, la igualdad nacional entre checos y eslovacos, el derecho de huelga y la existencia de sindicatos independientes, y la libertad religiosa. El nuevo ambiente de libertad contó con el apoyo decidido de la sociedad checoslovaca. Florecieron asociaciones, surgieron nuevos periódicos, una muy real euforia socialista y democrática se extendió por todo el país. En el terreno de la política exterior, se siguieron manteniendo los lazos de amistad con la Unión Soviética y con el resto de países socialistas.
Sin apenas tiempo para poder desarrollarse, probablemente por los pocos pero sustantivos indicios existentes, la "Primavera de Praga" fue vista con aprensión en Moscú. Cuando Breznev, el máximo dirigente de la URSS, visitó Praga en febrero de 1968 obligó a Dubcek a cambiar uno de sus discursos. Las presiones sobre la dirección política checoslovaca fueron múltiples y crecientes. El Kremlin intentaba que fueran los propios dirigentes del PCCh los que frenaran, o anularan incluso, el proceso de transformación iniciado. En mayo de 1968, mientras se celebraban en la propia Checoslovaquia maniobras militares del Pacto de Varsovia, se diseñó un primer plan de agresión. Dos meses más tarde, el 14 y 15 de julio de 1968, los partidos comunistas de la URSS, Polonia, Bulgaria, Hungría y la RDA, los cinco países de la alianza que más tarde formaron parte de la invasión, se reunían en Varsovia. Del encuentro, surgió una carta dirigida al comité central del partido checoslovaco en la que “los cinco partidos hermanos” manifestaban su preocupación por el desarrollo de la situación y apelaban a los peligros que el camino emprendido podía significar para el conjunto del bloque socialista. Añadían, con indecente incoherencia, que no era su propósito intervenir en asuntos que interesaban exclusivamente a Checoslovaquia y a su partido comunista, ni pretendían violar los principios de independencia e igualdad de los países socialistas. Pero advertían amenazadoramente, protegidos con falsos abrigos internacionalistas, que los países de Europa del Este, incluyendo Checoslovaquia, estaban vinculados por tratados y acuerdos.
Lenguaje ignominioso, gastada retórica, vieja música mil veces interpretada y apenas escuchada. En su respuesta, el Presidium del comité central del PCCh señaló que la alianza y amistad del partido y de Checoslovaquia con la URSS y los otros países socialistas tenía profundas raíces en el sistema social, en las tradiciones y en las experiencias históricas compartidas, al igual que en sus intereses y sentimientos más profundos. La carta-respuesta del PCCh finalizaba con una petición. La dirección del partido quería que se le escuchara lo más rápidamente posible, querían conversar sobre las medidas positivas que asegurasen la continuación de la colaboración amistosa entre sus respectivos pueblos, deseaban manifestar nuevamente su voluntad de desarrollar y consolidar las relaciones mutuas de amistad, en el interés común de la lucha contra “el imperialismo, por la paz y la seguridad de las naciones, por la democracia y el socialismo”. No fueron oídos, no pudieron convencerles, ni siquiera fueron tenidos en consideración.
En agosto de 1968, Dubcek y sus compañeros renovadores del PCCH dieron otro paso adelante publicando en la prensa ciudadana los nuevos estatutos del partido que incluían conceptos nuevos como socialismo humanitario y democrático. Para los inmovilistas dirigentes del PCUS y de otros partidos comunistas afines, para un sector del propio partido checoslovaco, las nuevas categorías, el nuevo lenguaje, eran indicio de claudicación, de traición, de abandono, de inadmisible restauración de la cultura burguesa. La sentencia ya había sido promulgada, la primavera de Praga estaba condenada. Los tanques del Pacto de Varsovia cargaban sus depósitos. Danubio era el nombre en clave del plan de ataque militar.
Veinte de agosto de 1968, once de la noche. Con el beneplácito de los gobiernos de la Unión Soviética, la República Democrática Alemana, Polonia, Bulgaria y Hungría, 200.000 soldados (o acaso muchos más) y unos 5.000 tanques del Pacto de Varsovia atraviesan la frontera checoslovaca. Precedidos por las tropas aerotransportadas, los tanques invasores entran en Praga seis horas más tarde. Cinco de la mañana, 21 de agosto.
TASS, la agencia soviética de información, justifica la invasión señalando que dirigentes del partido, y el propio gobierno de la República Socialista de Checoslovaquia, habían solicitado ayuda urgente a la URSS y a los otros estados aliados, sin excluir la intervención de las fuerzas armadas en caso de necesidad.
Muy pocos Estados, sólo algunas organizaciones comunistas apoyaron la invasión. Muchos otros partidos comunistas, de Europa Occidental especialmente, disintieron de la llamada de Moscú y no aprobaron el escarnio. Pero muy pocas organizaciones y sólo una minoría de intelectuales la condenaron abiertamente. Manuel Sacristán (1925-1985), miembro en aquellos momentos del comité ejecutivo del PSUC y del comité central del PCE, fue uno de ellos. Jean-Paul Sartre, Ernst Fisher, Bertrand Russell, Rossana Rossanda, Tariq Alí y Ernst Mandel, por ejemplo, pensaron y obraron también de modo similar.
El traductor de El Capital dedicó desde entonces tiempo y esfuerzos a intervenir sobre lo sucedido. Prologó una antología de escritos de Alexander Dubcek publicada por Ariel que editaron Alberto Méndez y él mismo; discutió con paciencia, tenacidad y no sin incomprensiones en las filas de su partido, intentando que el PSUC y el PCE fueran más allá de la “no aprobación”; respondió un cuestionario de Cuadernos para el Diálogo que le fue enviado por José Mª Mohedano, secretario de la redacción de la publicación democristiana; reflexionó sobre lo sucedido en notas autobiográficas; volvió años más tarde sobre este intento de catarsis socialista en diversas intervenciones públicas y extrajo conclusiones de lo sucedido que el tiempo ha corroborado sustancialmente. La invasión de Praga, la aniquilación de aquel esperanzador intento de cambio democrático no falsario que en ningún momento renunció a la aspiración socialista, fue un momento decisivo no sólo en la evolución política de Sacristán sino en la forma en que desde entonces entendió la urgente renovación del programa, los procedimientos y las finalidades de un marxismo, el que él mismo cultivó, no entregado al poder inexpugnable de los agitadores del caos ni silente ante toda clase de barbarie. La siguiente antología intenta ser una muestra representativa de sus reflexiones y posiciones, y abonar, al mismo tiempo, el recuerdo de una de las revoluciones más prometedoras y socialistas de la segunda mitad de siglo.
1. Días después (24 de agosto de 1968)
Xavier:
Tal vez porque yo, a diferencia de lo que dices de ti [Xavier Folch], no esperaba los acontecimientos, la palabra “indignación” me dice poco. El asunto me parece lo más grave ocurrido en muchos años, tanto por su significación hacia el futuro cuanto por la que tiene respecto de cosas pasadas. Por lo que hace al futuro, me parece síntoma de incapacidad de aprender. Por lo que hace al pasado, me parece confirmación de las peores hipótesis acerca de esa gentuza, confirmación de las hipótesis que siempre me resistí a considerar.
La cosa, en suma, me parece final de acto, si no ya final de tragedia. Hasta el jueves. Manuel Sacristán
2. La primera autocrítica leninista [1968]
La teoría leninista no implicaba, desde luego, que el proletariado tuviera que delegar en el partido el ejercicio de la dictadura de clase. Pero la práctica de los leninistas -y muy frecuentemente también la sototeoría ideológica destinada a justificarla- realizó esa implicación. Por todo ello este elemento de la regeneración checoeslovaca que parece deprimir a observadores lejanos mal informados y entusiasma, en cambio, a los socialistas de Checoslovaquia, esta veracidad del PCCh que redunda en consideraciones de alcance teórico, merece ser entendida como la primera autocrítica general y auténtica, no retórica, del leninismo.
Esa autocrítica es profundamente leninista: por su tema y por su sentido enlaza con las preocupaciones del mismo Lenin en los últimos meses de su vida.
3. Degeneración de la consciencia socialista (1969)
La persistente falsedad material (político-social) -hubo insensato que anunció el comunismo para el día siguiente, cuando aquel día mismo no tenía pan para todos-, y no la presencia de un sector privado muy inferior al polaco, al cubano o al chino, fue una causa destacada de la degradación de la consciencia socialista en Checoeslovaquia, cuya población, por cierto, era la única mayoritariamente socialista y filosoviética en Centroeuropea. Lo mismo ha ocurrido en los países que la invadieron, y lo mismo ocurriría en los países socialistas más jóvenes si prosiguieran indefinidamente por la vía idealista del entusiasmo en materia de producción y consumo. Ante esa experiencia, uno puede asustarse y “huir hacia adelante”, buscar consuelo en la ceguera ideológica o creer que la degradación de la consciencia socialista se arregle a golpe de sermones y de policía, diciendo a la gente que sea espiritualmente comunitaria y repitiéndose que las causas de todo están en las “supervivencias del pasado”, que inauguraban ritualmente los procesos moscovitas del 38. Pero la causa de todo no es sólo la supervivencia del pasado, sino también (y en el caso checoeslovaco principalmente) la falsedad de hoy. “Falsedad”, naturalmente, no es en este contexto un término de lógico. Quiere decir contradicción disimulada o escamoteada -con inevitable ayuda de la policía- entre la sobreestructura político-moral y la base, lo cual hace de esa sobreestructura una mera ideología e impide superar la contradicción salvo por choque, como ocurrió -muy suavemente, por cierto- en el mismísimo país de Schweick.
4. Ciencia social en acto (1969)
[…] una observación breve: los problemas del movimiento socialista obrero y del marxismo son tan importantes, que, en el fondo, lo más interesante del caso checoeslovaco no es su concreción interna, aquí discutida, sino su mero ser, el que se produjera, planteando en la práctica la situación crítica. Si la crisis se hubiera podido desarrollar abiertamente, democráticamente, o sea, ante los ojos y los oídos de la clase obrera y expuesta, por lo tanto, a la intervención directa de ésta, se habría tenido un fecundo efecto de catarsis epistemológica. La invasión ha impedido esta catarsis y ha prolongado una situación en la cual las críticas al desarrollo de los países socialistas (quiero decir las críticas socialistas) proceden o bien de partidos comunistas a los que falta la experiencia del poder (por ejemplo, los partidos comunistas de la Europa Occidental) o bien de partidos comunistas que carecen de la experiencia de un estadio de civilización tan rico y moderno como el centroeuropeo. La experiencia checoeslovaca, de haberse realizado, habría sido por lo menos ciencia social en acto. Eso me parece bueno, aunque probablemente asuste a las neuronas cansinas del dogmatismo gris del burócrata o del dogmatismo abigarrado del que padece el pueril calambre de san Vito.
5. Carta a José María Mohedano, secretario de redacción de Cuadernos para el Diálogo(30 de julio de 1969)
Estimado amigo:
recibí su carta del 24 en la que me anuncia que la entrevista no podrá salir ahora. He pasado cuatro días con fiebres muy altas y hasta hoy no me he levantado. Siento que a pesar de trabajar bastante tiempo y con bastante urgencia no haya podido satisfacer las necesidades periodísticas de usted ni desde el punto de vista del calendario ni desde el de la extensión.
Lo de la convicción ya es cosa aparte. No me propongo convencer a nadie casi nunca. En este caso menos todavía puesto que era imposible un tratamiento global, realmente dialéctico de los problemas suscitados. Me propongo sólo -y porque creo que es útil le he dedicado muchas horas- mostrar que el tipo de pensamiento de moda que se reflejaba en las preguntas excluye él mismo el tratamiento dialéctico, a causa de su manera mecanicista y mítica de proceder, presuponiéndolo ya todo.
Por eso queda fuera de nuestra entrevista lo esencial, algo que usted recoge muy acertadamente en su carta: el tema de la despolitización. Aquí está de verdad el meollo de la cuestión, porque toda dialéctica real acaba en la consciencia y en ésta es donde se puede sacar balance. (Acaba, ¿eh? no empieza).
Por cierto que si usted lo examina con valor, sin asustarse por tener que reconocer muchas cosas tristes del desarrollo del socialismo, tendrá que reconocer (si es que -cosa que ignoro- conoce usted Centroeuropa) que lo característico del intento del PCCH fue que consiguió por vez primera desde 1950 aproximadamente repolitizar en sentido comunista a un alto porcentaje de comunistas y en sentido filosocialista a un alto porcentaje de la población procedente de la antigua burguesía culta urbana, al mismo tiempo que repolitizaba y hasta movilizaba a una aplastante mayoría de la clase obrera. Si usted tiene noticias de la monstruosa despolitización de los proletariados húngaro, alemán, etc. y de la persistencia de ideología reaccionaria en el polaco, por ejemplo, valorará lo que tenía de promesa (de mera promesa, ¿eh?) el intento checo. El gran error de Fidel Castro consistió, en mi opinión, en no darse cuenta de que para decir verdades de a puño cogía, precisamente, la ocasión en la cual acaso se iba a abrir un portillo para que empezara de nuevo una dialéctica política interna al socialismo. Y ello le obligó a cometer el pecado de diplomacia consistente en callar que la RSCH era el país socialista menos degenerado políticamente de toda Centroeuropa.
En fin, dejémoslo, la cosa está de todos modos perdida por ahora. Precisamente porque lo está se agravará. Y precisamente por eso le hago un último ruego: que si realmente va a publicar alguna vez la entrevista la feche en 15 de julio de 1969, o 16 o 17, que ya no me acuerdo el día en que yo mismo se la envié. Pues se puede temer que con el paso del tiempo la situación en Checoslovaquia sea una tal victoria de la reacción que nuestra entrevista carezca ya de sentido si no se da la fecha. Fechada, siempre servirá para recordar por qué mecanismo el neostalinismo consiguió convertir a una población entera -empezando por el proletariado- que era la única socialista de Centroeuropa en una población reaccionaria,
Con amistad. Manuel Sacristán
6. Libertad ciudadana y veracidad política. Diez años después (1978)
En cuanto a los rasgos característicos de la revolución política checoeslovaca de 1968, los dos principales son en mi opinión la devolución de la libertad política a la gente y la recuperación de la veracidad por el PC; lo que le permitió una autocrítica auténtica del régimen burocrático, así como plantear sinceramente la situación de la teoría política socialista a la vista de las luces y las sombras de la experiencia empezada en 1917 en Rusia. Por ejemplo, el PCCH no vaciló en reconocer que en el sistema burocrático “los instrumentos de la lucha de clases se dirigen contra los trabajadores” en ocasiones (Programa de Acción del PCCH). Y, como ejemplo de lo segundo, se puede leer un paso del informe de Dubcek al pleno de abril en el que, después de atribuir al partido el acierto de haber dado “vía libre a este proceso y haberse puesto a la cabeza del mismo”, reconoce que “la dirección del partido no tenía ni podía tener un plan preciso y concreto acerca del modo de proceder”.
La inevitable falta de una perspectiva sólida y plausible obligaba a intentar resolver los problemas experimentalmente, por así decirlo, en el gran laboratorio social de todo un pueblo. No hará falta subrayar los riesgos de una situación así. Sin embargo, tampoco se puede pasar por alto lo que se ganaba con ella: el final del optimismo hipócrita propio de la propaganda de todo poder despótico.
(...) Existía sin duda el riesgo de ofensiva burguesa, con sus cabezas de puente en el seno de los mismo órganos dirigentes del estado y del partido. Pero no disimular esa posibilidad, sino resistir a ella y vencerla, era la condición obligada para pasar del autoritarismo burocrático a un régimen de transición socialista.
Hay que recordar que los comunistas checos habían previsto casi medio año antes de la invasión (que ocurrió el 21 de agosto de 1968) cuál iba a ser el pretexto de la acción militar contra ellos, si es que llegaban a emprenderla sus enemigos.
7. Había que apoyar [1978]
La cuestión es: claro que yo pienso que el experimento de Dubcek, cualquiera que hubiera sido su resultado, era lo que había que apoyar y modestísimamente lo apoyé. De las pocas cosas agradables de esos dramas es que papeles míos sobre Dubcek hayan circulado entonces por Checoeslovaquia.
Cualquiera que fuera el resultado, digo, porque garantía no había ninguna. Lo que pasa es que si, como yo pienso, el rasgo característico malo de la tradición estalinista es precisamente la falsificación ideológica, entonces por desgraciado que hubiera sido el resultado final de la experiencia de los comunistas checos mayoritarios, por lo menos iba a poner de manifiesto una verdad sociológica: se iba a saber de una vez qué era aquella sociedad. Es decir, se iban a ver manifestaciones de voluntad no reprimidas, de la clase obrera y de otras clases sociales claro.
De modo que aun en el supuesto de que hubiera salido mal yo estaba a favor y creo que había que estar a favor.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Lyssenko





El escándalo Lyssenko
Alain de Benoist
"Que un charlatán autodidacta y fanático –escribía Jacques Monod– haya dispuesto en su país, a mediados del siglo XX, de todos los medios del poder para imponer en biología una teoría inepta y en agricultura unas prácticas ineficaces, cuando no catastróficas; que este iluminado llegara a lanzar una censura oficial sobre la enseñanza y la práctica de una de las disciplinas biológicas fundamentales, la genética, es algo que sobrepasa la imaginación".
Sin embargo, todo esto sucedió en la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, bajo la influencia de Trofin Dimitrevich Lyssenko.

Una antigua ilusión
A principios de la década de 1930, una gran controversia, centralizada desde Moscú, tenía por objeto las problemáticas de la agronomía en particular y la biología en general. La ofensiva estaba dirigida por un mediocre agrónomo ucraniano, moreno, de baja estatura, de labios apretados y ojos profundamente negros que solían mirar al vacío, al modo de los iluminados.
"Lissenko –recuerda el novelista ruso Nikolai Medvedev en su obra Auge y caída de Lissenko– parecía estar perpetuamente afectado por un dolor de muelas. Creía poseer la absoluta verdad científica, pero siempre aparecía de mal humor".
En el curso de sus estudios de biología, Lissenko se dio cuenta de algo que había pasado inadvertido en la URSS: los principios generales de la genética burguesa no confirmaban, sino que antes desmentían, la teoría marxista según la cual el individuo es maleable a voluntad bajo la influencia del medio. Fiel militante comunista, se sintió pues en el deber de fundar otra "genética", basada en las "hibridaciones". En esta nueva "ciencia", todas las diferencias que se observan en los seres vivos son explicadas por el ambiente (educación, medio social, clima, etc.) Modificando el medio, Lissenko esperaba modificar al mismo tiempo la constitución física y psicológica, así como lograr (y este es el meollo de la cuestión) hacer trasmisibles los caracteres adquiridos.
Esta ha sido una antigua ilusión. Ya aventurada en los relatos de los antiguos egipcios y los hebreos, la teoría de la herencia de lo adquirido sería sistematizada en el siglo XIX por Jean-Baptiste Lamarck (1744-1829), naturalista francés oriundo de la aldea de Bazentin. Según Lamarck, la función crea hereditariamente el órgano funcional, es decir: una "información" llegada del exterior puede inscribirse en el patrimonio genético de la especie, siempre que intervenga con una frecuencia suficientemente elevada.
Intentando demostrar esta teoría seductora, el biólogo alemán August Weismann le asestó un golpe mortal, atestiguando que "la línea germinal se encuentra al abrigo de toda variación que pueda sobrevenir en los individuos". Esto quiere decir, entre otras cosas, que los eventos de la realidad de la vida cotidiana no conciernen más que a quien los vive –no son de ninguna manera "stocks" de la memoria heredada– y no pueden transmitirse a los descendientes. Si fuesen instalados en África, después de numerosas generaciones, los chinos no adquirirían caracteres negroides "bajo la influencia del medio". El cociente intelectual de los cretinos no mejora con su convivencia entre superdotados. Los cojos suelen engendran niños con dos piernas. Entre los judíos, que han practicado sistemáticamente la circuncisión de los niños varones durante milenios, no se ha registrado hasta la fecha ningún caso de atrofia congénita del prepucio.
"La herencia de los caracteres adquiridos –escribe el profesor François Jacob, premio Nóbel de medicina– no es una evidencia científica, sino una creencia supersticiosa. Se ha mostrado mucho más resistente a la experimentación que otras hipótesis biológicas. Ha contribuido específicamente a retrasar el análisis del mundo vivo en general y la reproducción en particular. Podemos cortar el rabo en el nacimiento a todos los ratones de una cierta línea; al cabo de veinte o treinta generaciones, tendremos miles de ratoncitos con un rabo perfectamente normal, con la misma longitud media y el mismo grosor que sus ancestros. La herencia está desligada de todo capricho local, de toda influencia, de todo deseo y de todo incidente. Se aloja en la materia y en su organización" (La lógica de lo vivo, 1970).
Es, por tanto, esta tesis, abandonada por todo el mundo científico, la que Lissenko, en las vísperas de la Segunda Guerra Mundial, pretendía renovar de un modo "revolucionario". Rechazando admitir la existencia de un sistema genético localizado en los cromosomas, Lissenko niega la acción de los genes, soportes materiales de la herencia, y se emprende en la tarea de enunciar las leyes de lo que él denomina "hibridación vegetativa".
"En mi sistema –afirma–, las características del injerto influencian el genotipo del portador del injerto"
Lissenko se reclama discípulo de un antiguo químico de la época zarista reconvertido a la silvicultura, Konstantin Michurin. Sin aportar prueba alguna, anuncia a los sabios incrédulos que ha logrado crear nuevas especies, logrando cosechas milagrosas. Gracias a uno de sus experimentos (la "vernalización de los cereales de invierno"), anuncia que ha logrado hacer hereditario la aceleración de la germinación del trigo.
De hecho, los resultados obtenidos se explican perfectamente según los esquemas de la genética clásica (mendeliana). Las "nuevas especies" son simples variaciones fruto de la impureza genética del material empleado.
"El estilo, como el fondo de las declaraciones de Lissenko –constata Jacques Monod en el prefacio del libro de Medvedev–, muestra que era completamente ignorante no sólo en materia de biología, sino en una base científica elemental".
Su ascenso, no obstante, es fulgurante. En 1938 es nombrado presidente de la Academia Federal Lenin de Ciencias Agrónomas. Al año siguiente ingresa en la Academia de Ciencias de la URSS. En 1940 toma la dirección del Instituto de Genética de Moscú. Recibe, en tres ocasiones consecutivas, el premio Lenin de ciencias. Es recibido por Stalin para encargarle la revisión de los estudios soviéticos en materia de biología...
"El verdadero debate –explica el profesor Monod– no tiene nada que ver con la biología experimental, sino exclusivamente con la ideología y, más precisamente, con la dogmática. El argumento esencial (el único importante, en definitiva), constantemente repetido por Lissenko y sus seguidores, es la incompatibilidad de las leyes de la "genética burguesa" (la genética clásica, esbozada por Mendel) con el materialismo dialéctico. Y sobre este punto, no había nada más que decir. El materialismo dialéctico marxista, en efecto, es una filosofía del cambio, fundada sobre la "contradicción". Esta filosofía rechaza reconocer en la naturaleza, especialmente en la naturaleza viva, la existencia de estructuras invariables. Ahora bien, la teoría del gen es una teoría de la invariancia. Supone una sustancia hereditaria de estructura siempre continua, que, en su funcionamiento normal, es invariable en el curso de las generaciones y de las hibridaciones, no solamente en consideración del medio en que se encuentra el individuo, sino también a resguardo del medio interno de la célula".
Si la teoría marxista contradice las leyes de la vida (y viceversa), el error, por fuerza, ha de hallarse en las leyes de la vida, razonaba Lissenko. De otra forma, el gran sueño mesiánico de Marx, Engels y Lenin de cambiar radicalmente el mundo y la naturaleza del hombre actuando sobre las "superestructuras" y sobre el medio, al término de una historia interpretada exclusivamente sobre parámetros socioeconómicos, podría demostrarse una entelequia irracional y una quimera insensata.
Dejando de intentar convencer, Lissenko se emprende en amenazar. A partir de 1940 comienza el terrorismo intelectual. En agosto de 1948, en el curso de una escena memorable en la Academia de Ciencias con motivo de una visita del "premier" Stalin, el ucraniano declara: "Un enemigo de clase es siempre un enemigo de clase, sea un científico o un patán". A lo que Stalin, levantándose de golpe en aplausos, responde: ¡¡¡Bravo, camarada Lissenko. Bravo!!!
La herencia de los caracteres adquiridos se convierte, en el territorio controlado por los soviéticos, un artículo de fe. Lissenko propone la "modificación radical de los suelos", ¡por medio de un tipo de arado de un metro de profundidad! Se empeña en aumentar el nivel de grasas de las vacas rusas mediante su hibridación con terneras lecheras de Jersey. Tal hibridación, asegura, sólo puede dar buenos resultados, porque un "cigoto híbrido" (es decir, un huevo fecundado, producto de la unión de dos células sexuales diferentes) no desarrolla sus características según las leyes de la herencia, sino siguiendo una vía "necesariamente benéfica". Para describir este fenómeno inesperado, Lissenko tiene esta fórmula: "el cigoto no está loco".
La orquesta de coros del Ejército Soviético, durante un viaje de promoción por Occidente, incluye en su repertorio una canción: "Toca alegre, mi acordeón / Porque canto con mis amigos / La gloria eterna del académico Lissenko".

La "genética burguesa"
Al mismo tiempo, la policía política, el NKVD, ordena cerrar los laboratorios de genética. Las deportaciones comienzan. Nikolas Vavilov, profesor de agronomía y botánica mundialmente reconocido, predecesor de Lissenko en la dirección de la Academia Lenin de Ciencias Agrónomas, es declarado "enemigo del pueblo" en 1940, arrestado y deportado a un campo de concentración, donde morirá de inanición el 3 de agosto de 1943. Otros muchos investigadores serán enviados a los "gulags" de Siberia o los Urales.
"Podéis enviarnos a la hoguera por negar un disparate–dijo Vavilov. Podéis quemarnos vivos. Pero no podéis negar indefinidamente los hechos de la ciencia".
A medida que van llegado noticias del terror, el mundo científico reacciona. Hermann J. Müller dimite de la Academia de Ciencia de la URSS, de la que era miembro honorario. Julian Huxley –hermano del escritor Aldous Huxley– (La biología soviética, 1950) y Jean Rostand (Las corrientes de la biología, 1951) denuncian el estado de la situación.
"Científicamente hablando –escribe Julian Huxley–, Lissenko no es más que un analfabeto".
El biólogo británico J.B.S. Haldane da baja repentina en el Partido Comunista de Inglaterra. En Francia, el profesor Marcel Prenant, autor de Paleontología y transformismo (1950) así como el futuro premio Nóbel Jacques Monod, hacen otro tanto. Este último comentará en una carta al comité central del PCF: "No estamos obligados a escuchar las manifestaciones delirantes de una parte de la inteligencia de izquierdas y de la prensa francesa, en lo que concierne al escándalo del caso Lissenko, vergüenza de la denominada "ciencia soviética".
En su defensa, el Partido Comunista Francés lanza una "Sociedad de Amigos de Michurin y Lissenko", y ordena a sus tenores arremeter sin piedad contra la "genética burguesa". Los argumentos utilizados son, por llamarlos de algún modo, sorprendentes. En un número especial dedicado al "affaire" Lissenko, Louis Aragon escribe: "Entre un monje (Mendel) y un comunista (Lissenko), no tengo dudas de mi elección".
Jacob Segal, en un artículo aparecido en L´Humanité y titulado Mitchourine-Lissenko, asegura fríamente que la genética de Weismann "responde perfectamente a la psicología de un "junker" prusiano". En La Nouvelle Critique (noviembre de 1949), Francis Cohen asegura que "Lisssenko tiene razón, ya que sus tesis han sido aprobadas por Stalin, la mayor autoridad del mundo en materia científica".
Interrogados sobre la conformidad de su doctrina con la ciencia, los marxistas se muestran creyentes.
Pero el poder omnipresente de Lissenko empieza su desgaste, no por los nuevos descubrimientos en materia de biología molecular en 1961 (el descubrimiento de la estructura helicoidal de la molécula del ADN), sino por la total improductividad de las "tierras vírgenes" cultivadas según los métodos diseñados por Lissenko, que provocará una hambruna general en toda la Unión Soviética en el invierno de 1963. La llegada de Nikita Kruchev supondrá para nuestro "académico" un golpe fatal. El 21 de octubre de 1964, el diario moscovita Pravda titula un artículo a primera página: "¿Queremos investigadores o excursionistas?", firmado nada menos que por el nuevo comisario general (ministro) de agricultura, Vladimir Volotchenko. Dos semanas más tarde, el ucraniano es destituido de sus funciones en el Instituto de Genética de Moscú.
Vavilov es rehabilitado y comienza el retorno de los biólogos deportados. La ciencia soviética, consciente de su retraso en materia biológica, intenta ponerse al día.
"Pero el lissenkismo no fue completamente liquidado –señala Medvedev. Fueron muchos los que rechazaron abandonar ese acopio de dogmas primitivos impuestos con tan vigoroso fanatismo durante tantos años".
Trofin Lissenko murió el 20 de noviembre de 1976, a la edad de 78 años; pero la biología soviética estaría ya siempre condicionada por este "impasse". El libro de Dominique Lecourt, encargado por el comisariado de ciencias de la URSS en 1976: Lissenko, la verdadera historia de una ciencia propletaria, estaría dirigido a un público marxista. Su autor, discípulo de Althusser, desarrolla una hipótesis "ad usum internum" tendente a explicar el "escándalo Lissenko" por las tesis "revisionistas" de Stalin en materia de epistemología y de teoría general de la ciencia. Pero, como observa Maurice Fleury (Lissenko, un sabio a la medida), "Por su negación del rol de los cromosomas y de la obra de Pasteur, el lissenkismo se mostró ante el pensamiento marxista como la única disciplina científica concordante con las tesis de materialismo dialéctico".
El principal libro de Lissenko, Agrobiología, publicado en Kiev en 1940, fue editado en lengua inglesa, en Nueva York, en 1953, por encargo de la embajada soviética, esta vez con el título: Agronomía genética y estudio de la selección y producción de las simientes. Un mes más tarde fue retirado de la venta.
El 29 de 1970, el mismo día en que su manuscrito fue publicado en Occidente, Medvedev fue arrestado por el KGB. Internado en un "hospital psiquiátrico", fue liberado gracias a la intervención unánime de los científicos soviéticos. Todavía en 1977, en Francia, el marxista Lucien Séve, negando todas las evidencias científicas, pudo escribir en L´Ecole et la Nation: "Los dones, es decir la herencia psicológica, no existen". Jean-Pierre Faure proclama "El retorno al medio, después de la dictadura absoluta de la genética". Las pseudociencias tardan tiempo en desaparecer del campo del saber.

domingo, 5 de octubre de 2008

Pedrada por compasión




Hacha de piedra encontrada en los años 60 por Antonio Camacho Díaz, en el término de Bollullos Par del Condado, en un lugar cercano al llamado pozo de Las Pendencias. Data del paleolítico inferior. Parece que su propietario la sigue conservando en buen estado, aunque habría que preguntarle si en estos días la ha echado de menos en algún momento, puesto que puede haber sido el arma usada para lapidar a la asamblea de IULV-CA en Bollullos.

Crónica de nuestro corresponsal antiestalinista en Bollullos Par del Condado
Antes de la lapidación masiva, se trataba de la asamblea más numerosa de la provincia de Huelva. Se sospecha que este asesino en serie, o lo que sea(los criminólogos no se aclaran) ha revolucionado el mundo de la lapidación. Hasta ahora, las lapidaciones que conocemos consistían en que una muchedumbre se arremolinaba alrededor de la víctima, a la que lanzaban piedras hasta matarla. Sin embargo, en el caso que nos ocupa, ha sido al revés: una o varias personas han pasado por la piedra a la muchedumbre, parece ser que usando un solo ejemplar del paleolítico inferior, casualmente encontrado cerca del pozo de “Las Pendencias”. Hasta un total de 190 personas han podido ser eliminadas de esta manera tan inusual. Las primeras pesquisas apuntan a un sospechoso conocido por “La Gestora”, del que se desconoce si se trata de una o de varias personas.
El suceso tiene conmocionado al municipio, toda vez que entre las víctimas se encuentra el propio alcalde y otras personas conocidas por su larga trayectoria política. Este corresponsal ha podido saber que todos los lapidados se encontraban inmersos (las desgracias nunca vienen solas) en el proceso asambleario de IULV-CA, por lo que las autoridades han relajado su actuación y nos han insinuado que, en cierta forma, el asesino ha actuado “por compasión”. Tenemos información según la cual, la dirección provincial de IULV-CA ha reaccionado enérgicamente, bajando el número de delegados que le correspondían a esta asamblea, porque no iban a poder cubrir todas las plazas tras la desaparición masiva de afiliados. Por otra parte, la dirección andaluza de la mencionada formación política no ha declarado ningún día de luto, por entender que esta desgracia es algo a lo que están expuestas cotidianamente “todas las personas que se dedican a esto”. Se da la circunstancia de que en el Consejo Andaluz de IULV-CA hay algún paisano de los 190 asesinados, que han mostrado su contrariedad anunciando alguna iniciativa parlamentaria. Corresponsal en B. Par del Condado.-
Última hora: la policía ha podido saber que la causa directa del asesinato fue que las víctimas se negaron a firmar un escrito que “la Gestora” les había enviado por correo, pero aún no conoce los contenidos de la misteriosa misiva.