miércoles, 22 de octubre de 2008

Lyssenko





El escándalo Lyssenko
Alain de Benoist
"Que un charlatán autodidacta y fanático –escribía Jacques Monod– haya dispuesto en su país, a mediados del siglo XX, de todos los medios del poder para imponer en biología una teoría inepta y en agricultura unas prácticas ineficaces, cuando no catastróficas; que este iluminado llegara a lanzar una censura oficial sobre la enseñanza y la práctica de una de las disciplinas biológicas fundamentales, la genética, es algo que sobrepasa la imaginación".
Sin embargo, todo esto sucedió en la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, bajo la influencia de Trofin Dimitrevich Lyssenko.

Una antigua ilusión
A principios de la década de 1930, una gran controversia, centralizada desde Moscú, tenía por objeto las problemáticas de la agronomía en particular y la biología en general. La ofensiva estaba dirigida por un mediocre agrónomo ucraniano, moreno, de baja estatura, de labios apretados y ojos profundamente negros que solían mirar al vacío, al modo de los iluminados.
"Lissenko –recuerda el novelista ruso Nikolai Medvedev en su obra Auge y caída de Lissenko– parecía estar perpetuamente afectado por un dolor de muelas. Creía poseer la absoluta verdad científica, pero siempre aparecía de mal humor".
En el curso de sus estudios de biología, Lissenko se dio cuenta de algo que había pasado inadvertido en la URSS: los principios generales de la genética burguesa no confirmaban, sino que antes desmentían, la teoría marxista según la cual el individuo es maleable a voluntad bajo la influencia del medio. Fiel militante comunista, se sintió pues en el deber de fundar otra "genética", basada en las "hibridaciones". En esta nueva "ciencia", todas las diferencias que se observan en los seres vivos son explicadas por el ambiente (educación, medio social, clima, etc.) Modificando el medio, Lissenko esperaba modificar al mismo tiempo la constitución física y psicológica, así como lograr (y este es el meollo de la cuestión) hacer trasmisibles los caracteres adquiridos.
Esta ha sido una antigua ilusión. Ya aventurada en los relatos de los antiguos egipcios y los hebreos, la teoría de la herencia de lo adquirido sería sistematizada en el siglo XIX por Jean-Baptiste Lamarck (1744-1829), naturalista francés oriundo de la aldea de Bazentin. Según Lamarck, la función crea hereditariamente el órgano funcional, es decir: una "información" llegada del exterior puede inscribirse en el patrimonio genético de la especie, siempre que intervenga con una frecuencia suficientemente elevada.
Intentando demostrar esta teoría seductora, el biólogo alemán August Weismann le asestó un golpe mortal, atestiguando que "la línea germinal se encuentra al abrigo de toda variación que pueda sobrevenir en los individuos". Esto quiere decir, entre otras cosas, que los eventos de la realidad de la vida cotidiana no conciernen más que a quien los vive –no son de ninguna manera "stocks" de la memoria heredada– y no pueden transmitirse a los descendientes. Si fuesen instalados en África, después de numerosas generaciones, los chinos no adquirirían caracteres negroides "bajo la influencia del medio". El cociente intelectual de los cretinos no mejora con su convivencia entre superdotados. Los cojos suelen engendran niños con dos piernas. Entre los judíos, que han practicado sistemáticamente la circuncisión de los niños varones durante milenios, no se ha registrado hasta la fecha ningún caso de atrofia congénita del prepucio.
"La herencia de los caracteres adquiridos –escribe el profesor François Jacob, premio Nóbel de medicina– no es una evidencia científica, sino una creencia supersticiosa. Se ha mostrado mucho más resistente a la experimentación que otras hipótesis biológicas. Ha contribuido específicamente a retrasar el análisis del mundo vivo en general y la reproducción en particular. Podemos cortar el rabo en el nacimiento a todos los ratones de una cierta línea; al cabo de veinte o treinta generaciones, tendremos miles de ratoncitos con un rabo perfectamente normal, con la misma longitud media y el mismo grosor que sus ancestros. La herencia está desligada de todo capricho local, de toda influencia, de todo deseo y de todo incidente. Se aloja en la materia y en su organización" (La lógica de lo vivo, 1970).
Es, por tanto, esta tesis, abandonada por todo el mundo científico, la que Lissenko, en las vísperas de la Segunda Guerra Mundial, pretendía renovar de un modo "revolucionario". Rechazando admitir la existencia de un sistema genético localizado en los cromosomas, Lissenko niega la acción de los genes, soportes materiales de la herencia, y se emprende en la tarea de enunciar las leyes de lo que él denomina "hibridación vegetativa".
"En mi sistema –afirma–, las características del injerto influencian el genotipo del portador del injerto"
Lissenko se reclama discípulo de un antiguo químico de la época zarista reconvertido a la silvicultura, Konstantin Michurin. Sin aportar prueba alguna, anuncia a los sabios incrédulos que ha logrado crear nuevas especies, logrando cosechas milagrosas. Gracias a uno de sus experimentos (la "vernalización de los cereales de invierno"), anuncia que ha logrado hacer hereditario la aceleración de la germinación del trigo.
De hecho, los resultados obtenidos se explican perfectamente según los esquemas de la genética clásica (mendeliana). Las "nuevas especies" son simples variaciones fruto de la impureza genética del material empleado.
"El estilo, como el fondo de las declaraciones de Lissenko –constata Jacques Monod en el prefacio del libro de Medvedev–, muestra que era completamente ignorante no sólo en materia de biología, sino en una base científica elemental".
Su ascenso, no obstante, es fulgurante. En 1938 es nombrado presidente de la Academia Federal Lenin de Ciencias Agrónomas. Al año siguiente ingresa en la Academia de Ciencias de la URSS. En 1940 toma la dirección del Instituto de Genética de Moscú. Recibe, en tres ocasiones consecutivas, el premio Lenin de ciencias. Es recibido por Stalin para encargarle la revisión de los estudios soviéticos en materia de biología...
"El verdadero debate –explica el profesor Monod– no tiene nada que ver con la biología experimental, sino exclusivamente con la ideología y, más precisamente, con la dogmática. El argumento esencial (el único importante, en definitiva), constantemente repetido por Lissenko y sus seguidores, es la incompatibilidad de las leyes de la "genética burguesa" (la genética clásica, esbozada por Mendel) con el materialismo dialéctico. Y sobre este punto, no había nada más que decir. El materialismo dialéctico marxista, en efecto, es una filosofía del cambio, fundada sobre la "contradicción". Esta filosofía rechaza reconocer en la naturaleza, especialmente en la naturaleza viva, la existencia de estructuras invariables. Ahora bien, la teoría del gen es una teoría de la invariancia. Supone una sustancia hereditaria de estructura siempre continua, que, en su funcionamiento normal, es invariable en el curso de las generaciones y de las hibridaciones, no solamente en consideración del medio en que se encuentra el individuo, sino también a resguardo del medio interno de la célula".
Si la teoría marxista contradice las leyes de la vida (y viceversa), el error, por fuerza, ha de hallarse en las leyes de la vida, razonaba Lissenko. De otra forma, el gran sueño mesiánico de Marx, Engels y Lenin de cambiar radicalmente el mundo y la naturaleza del hombre actuando sobre las "superestructuras" y sobre el medio, al término de una historia interpretada exclusivamente sobre parámetros socioeconómicos, podría demostrarse una entelequia irracional y una quimera insensata.
Dejando de intentar convencer, Lissenko se emprende en amenazar. A partir de 1940 comienza el terrorismo intelectual. En agosto de 1948, en el curso de una escena memorable en la Academia de Ciencias con motivo de una visita del "premier" Stalin, el ucraniano declara: "Un enemigo de clase es siempre un enemigo de clase, sea un científico o un patán". A lo que Stalin, levantándose de golpe en aplausos, responde: ¡¡¡Bravo, camarada Lissenko. Bravo!!!
La herencia de los caracteres adquiridos se convierte, en el territorio controlado por los soviéticos, un artículo de fe. Lissenko propone la "modificación radical de los suelos", ¡por medio de un tipo de arado de un metro de profundidad! Se empeña en aumentar el nivel de grasas de las vacas rusas mediante su hibridación con terneras lecheras de Jersey. Tal hibridación, asegura, sólo puede dar buenos resultados, porque un "cigoto híbrido" (es decir, un huevo fecundado, producto de la unión de dos células sexuales diferentes) no desarrolla sus características según las leyes de la herencia, sino siguiendo una vía "necesariamente benéfica". Para describir este fenómeno inesperado, Lissenko tiene esta fórmula: "el cigoto no está loco".
La orquesta de coros del Ejército Soviético, durante un viaje de promoción por Occidente, incluye en su repertorio una canción: "Toca alegre, mi acordeón / Porque canto con mis amigos / La gloria eterna del académico Lissenko".

La "genética burguesa"
Al mismo tiempo, la policía política, el NKVD, ordena cerrar los laboratorios de genética. Las deportaciones comienzan. Nikolas Vavilov, profesor de agronomía y botánica mundialmente reconocido, predecesor de Lissenko en la dirección de la Academia Lenin de Ciencias Agrónomas, es declarado "enemigo del pueblo" en 1940, arrestado y deportado a un campo de concentración, donde morirá de inanición el 3 de agosto de 1943. Otros muchos investigadores serán enviados a los "gulags" de Siberia o los Urales.
"Podéis enviarnos a la hoguera por negar un disparate–dijo Vavilov. Podéis quemarnos vivos. Pero no podéis negar indefinidamente los hechos de la ciencia".
A medida que van llegado noticias del terror, el mundo científico reacciona. Hermann J. Müller dimite de la Academia de Ciencia de la URSS, de la que era miembro honorario. Julian Huxley –hermano del escritor Aldous Huxley– (La biología soviética, 1950) y Jean Rostand (Las corrientes de la biología, 1951) denuncian el estado de la situación.
"Científicamente hablando –escribe Julian Huxley–, Lissenko no es más que un analfabeto".
El biólogo británico J.B.S. Haldane da baja repentina en el Partido Comunista de Inglaterra. En Francia, el profesor Marcel Prenant, autor de Paleontología y transformismo (1950) así como el futuro premio Nóbel Jacques Monod, hacen otro tanto. Este último comentará en una carta al comité central del PCF: "No estamos obligados a escuchar las manifestaciones delirantes de una parte de la inteligencia de izquierdas y de la prensa francesa, en lo que concierne al escándalo del caso Lissenko, vergüenza de la denominada "ciencia soviética".
En su defensa, el Partido Comunista Francés lanza una "Sociedad de Amigos de Michurin y Lissenko", y ordena a sus tenores arremeter sin piedad contra la "genética burguesa". Los argumentos utilizados son, por llamarlos de algún modo, sorprendentes. En un número especial dedicado al "affaire" Lissenko, Louis Aragon escribe: "Entre un monje (Mendel) y un comunista (Lissenko), no tengo dudas de mi elección".
Jacob Segal, en un artículo aparecido en L´Humanité y titulado Mitchourine-Lissenko, asegura fríamente que la genética de Weismann "responde perfectamente a la psicología de un "junker" prusiano". En La Nouvelle Critique (noviembre de 1949), Francis Cohen asegura que "Lisssenko tiene razón, ya que sus tesis han sido aprobadas por Stalin, la mayor autoridad del mundo en materia científica".
Interrogados sobre la conformidad de su doctrina con la ciencia, los marxistas se muestran creyentes.
Pero el poder omnipresente de Lissenko empieza su desgaste, no por los nuevos descubrimientos en materia de biología molecular en 1961 (el descubrimiento de la estructura helicoidal de la molécula del ADN), sino por la total improductividad de las "tierras vírgenes" cultivadas según los métodos diseñados por Lissenko, que provocará una hambruna general en toda la Unión Soviética en el invierno de 1963. La llegada de Nikita Kruchev supondrá para nuestro "académico" un golpe fatal. El 21 de octubre de 1964, el diario moscovita Pravda titula un artículo a primera página: "¿Queremos investigadores o excursionistas?", firmado nada menos que por el nuevo comisario general (ministro) de agricultura, Vladimir Volotchenko. Dos semanas más tarde, el ucraniano es destituido de sus funciones en el Instituto de Genética de Moscú.
Vavilov es rehabilitado y comienza el retorno de los biólogos deportados. La ciencia soviética, consciente de su retraso en materia biológica, intenta ponerse al día.
"Pero el lissenkismo no fue completamente liquidado –señala Medvedev. Fueron muchos los que rechazaron abandonar ese acopio de dogmas primitivos impuestos con tan vigoroso fanatismo durante tantos años".
Trofin Lissenko murió el 20 de noviembre de 1976, a la edad de 78 años; pero la biología soviética estaría ya siempre condicionada por este "impasse". El libro de Dominique Lecourt, encargado por el comisariado de ciencias de la URSS en 1976: Lissenko, la verdadera historia de una ciencia propletaria, estaría dirigido a un público marxista. Su autor, discípulo de Althusser, desarrolla una hipótesis "ad usum internum" tendente a explicar el "escándalo Lissenko" por las tesis "revisionistas" de Stalin en materia de epistemología y de teoría general de la ciencia. Pero, como observa Maurice Fleury (Lissenko, un sabio a la medida), "Por su negación del rol de los cromosomas y de la obra de Pasteur, el lissenkismo se mostró ante el pensamiento marxista como la única disciplina científica concordante con las tesis de materialismo dialéctico".
El principal libro de Lissenko, Agrobiología, publicado en Kiev en 1940, fue editado en lengua inglesa, en Nueva York, en 1953, por encargo de la embajada soviética, esta vez con el título: Agronomía genética y estudio de la selección y producción de las simientes. Un mes más tarde fue retirado de la venta.
El 29 de 1970, el mismo día en que su manuscrito fue publicado en Occidente, Medvedev fue arrestado por el KGB. Internado en un "hospital psiquiátrico", fue liberado gracias a la intervención unánime de los científicos soviéticos. Todavía en 1977, en Francia, el marxista Lucien Séve, negando todas las evidencias científicas, pudo escribir en L´Ecole et la Nation: "Los dones, es decir la herencia psicológica, no existen". Jean-Pierre Faure proclama "El retorno al medio, después de la dictadura absoluta de la genética". Las pseudociencias tardan tiempo en desaparecer del campo del saber.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Antonio, lee bien, científicos como Ashby, para nada comunista, han mantenido como referencia a Lysenko. La propia clonación genética viene a avalar una gran parte de las teorías del ruso. No descartes a la gente por su procedencia, Lysenko nunca perteneció al PCUS ni conocía a Stalin y precisamente en tiempos de Stalin tenía sus mayores detractores dentro del Comité Científico del C.C. del PCUS.
Sólo los científicos franceses (la retrasada ciencia francesa, como decían los investigadores de todo el mundo) estableció una cruzada contra Lysenko y hasta sus máximos detractores en la URSS siguieron apoyados en sus teorías hasta muchos años despúes de la muerte de Stalin con el propio Krushev no fue hasta la llegada de Breznev cuando se cargó contra sus tesis (encargando a un francés a que escribiera un libro contra Lysenko-Lecourt. Así que no es de recibo, Antonio, que se intenten mezclar las cosas de una manera tan torticera con el fin del todo vale para engañar a la gente. Al Cesar lo que es del Cesar.

Anónimo dijo...

"...Uno de los muchos países en los que las tesis de Lysenko tuvieron más aceptación fue China y el primer cultivo transgénico se creó en 1992 en aquel país asiático. Era una planta de tabaco a cuyo genoma se le añadió un gen de resistencia para el antibiótico kanamicina. En 1999 el Instituto de Genética Médica de Shanghai creó el primer ternero probeta transgénico utilizando las mismas técnicas que se emplearon en la obtención de la oveja transgénica Dolly tres años antes."
Con tu amor y comprensión, conocida personalmente por mí por tu voz propia, hacía el país asiatico, a lo mejor los lysenkistas cambiamos tu opinión...

Artemio dijo...

Antes de entrar en otras discusiones,ya las tendremos,voy a colgar una foto de lysenko en presencia de Stalin.Difícilmente puedes sostener que no se conocían.
Saludos y gracias

Artemio dijo...

Me parece que las clonaciones son intervenciones que afectan al genoma,por lo tanto para nada avalan las tesis de lysenko,quien vino a negar leyes de la genética. Algunas estatuas de Mendel estuvieron años en el suelo o retiradas.Te incluiré fotos también de ésto.

Gawyn dijo...

Hombre, yo creo que sí hay diferencias importantes entre Lysenko y la genética al uso. Echándole un vistazo a este libro:

http://www.marx2mao.com/Other/Proletarian%20Science.pdf

he encontrado ciertas cosas que creo que os pueden interesar.

Por ejemplo, en las páginas 31 y 32 se habla de dos "correcciones" que le hace Lysenko a Darwin.

Podéis encontrar la primera en el libro; Lysenko habla de "desarrollar" la teoría de la transición de especie a especie. Pero es la segunda le que me parece más interesante, ya que completa la primera:

His second correction of Darwinism: The denial of any struggle within one and the same species. Lysenko had discussed this at length in an article published in Literaturnaya Gazeta in October 1947 . ‘At first glance,’ he wrote, ‘it may seem that bourgeois science, in its attempt to prove the existence of intra-specific competition, proceeds from natural selection, a correct thesis of Darwinism. After all, anybody can see that an eternal struggle between organisms is going on in nature. And organisms whose requirements coincide (for instance carnivorous animals of various species), carry on this struggle directly or indirectly, compete among themselves for the capture of food, while organisms whose requirements do not coincide (for instance, carnivorous animals and plants) wage no struggle among themselves’ (T. D. Lysenko: Agrobiology, Foreign Languages Publishing House, Moscow 1954, pp. 511—12).
But, added Lysenko, what has been forgotten is the fact that in both cases it is a matter of animals or plants of different species.‘For instance, who can demonstrate that rabbits interfere with each other more than they are interfered with by wolves or that wolves harm each other more than they are harmed by rabbits which, having fine ears and long legs, run away from them and leave them hungry. Anyone will believe that weeds, being different in species from wheat, for instance, interfere with it and kill it. But nobody is going to believe that a thin and hence weed-choked stand of wheat fares better in the field than thick-grown and hence pure wheat. I affirm once more that no one has ever yet produced, or ever will produce, any scientific proof that competition within a species exists in nature’ (ibid., p. 512).


Es curioso. El texto parece empezar con algo que puede parecer más o menos razonable; que la competición entre especies es mayor que la que hay entre miembros de la misma especie. Sin embargo, la conclusión (en negrita) es completamente demencial.
Esto no es darwinismo. De hecho, se opone a él en algo esencial. Se puede unir esta tesis lysenkiana a las dudas que tenía sobre la transición entre especies: si no hay competición entre los individuos de la misma especie... ¿cómo puede suceder la transición tal y cómo la entendía Darwin?

Me despido dejando otro párrafo del libro, en este caso, de la página 90. Es el comentario que hizo Lysenko de "El origen de las especies", de Darwin:

Remember the terms in which Lysenko presented The Origin of Species: ‘The leading idea of Darwin’s theory is the teaching on natural and artificial selection. Selection of variations favourable to the organism has produced, and continues to produce, the fitness which we observe in living nature; in the structure of organisms
and their adaptation to their conditions of life. Darwin’s theory of selection provided a rational explanation of the fitness observable in living nature. His idea of selection is scientific and true’ (ibid., p. 11). Remember, too, that there immediately followed a series of reservations about Darwin’s ‘errors . . . already pointed out by Engels’: ‘Darwin’s theory, though unquestionably materialist in its main features, is not free of some serious errors’ (p. 12). The first of these: ‘Along with the materialist principle, Darwin introduced into his theory of evolution reactionary Malthusian ideas’
(p. 12).15