jueves, 31 de julio de 2008

Nikolai Vavilov


Este geógrafo, botánico y genetista nació el 25 de enero de 1887, en Moscú. Llegó a ser miembro del Soviet Supremo de la URSS, presidente de la Sociedad Geográfica Rusa y premio Lenin. Pero por encima de los honores conseguidos, Vavilov destaca por dos cosas básicamente.
La primera de ellas es su gran contribución a la ciencia, desconocida para muchos. Fueron veinte años los que este científico invirtió en sus viajes por todo el mundo, recogiendo semillas de maíz, papa, granos, frutas, vegetales de todo tipo, así como datos geográficos, linguísticos y culturales. La colección de semillas de Vavilov fue la más grande del mundo, con unos doscientos mil especímenes, que fueron guardados y sembrados por toda la URSS. En mayo de 1916 comenzó su primera expedición, que le llevaría a Persia y seguiría por el Asia Central, a donde volvería después en varias ocasiones. Aunque Vavilov no se consideraba comunista, su trabajo continuó tras la Revolución de Octubre, obteniendo el apoyo del gobierno soviético. Su segunda expedición fue a Estados Unidos, lo que constituyó un hito en la cooperación científica entre Moscú y Washington. Abrió una oficina de botánica aplicada en Nueva York, que recibió numerosas semillas de inmigrantes rusos. El tercer gran viaje lo llevó a Afganistán, en donde empezó a utilizar el árabe y el farsi para facilitar sus tareas de investigación del origen de las plantas. Más adelante realizó un periplo por el mediterráneo, recorriendo el norte de África, Siria, Palestina, Etiopía…El lejano oriente tampoco se le resistió, viajando a China, Japón y Corea. Después volvió a visitar los Estados Unidos, esta vez en Florida, Texas, Arizona, para trasladarse desde esta última región al centro y sur de América. A partir de entonces tenía ante sí la ingente tarea de catalogar, estudiar y poner en explotación el inmenso tesoro recolectado, lo cual se hizo en todo el territorio de la URSS, probando las semillas en todos los climas del inmenso país, a través de sus ciento quince establecimientos experimentales. La colección de semillas de Vavilov tenía tanto valor para la comunidad científica soviética, que esta realizó enormes esfuerzos para su conservación durante la segunda guerra mundial, especialmente en el terrible sitio de Leningrado.
La segunda razón para destacar la figura de este genial científico es su triste final, que sería la más absurda de las historias en cualquier lugar y época del mundo, pero totalmente normal en la era stalinista. Vavilov fue detenido en 1940 acusado de “radical de derechas, espía británico, saboteador, enemigo del pueblo soviético y traidor a la patria”. Fue condenado a muerte, pero le fue conmutada la pena por diez años de prisión cuando su salud estaba ya maltrecha por la desnutrición. Murió en 1943, victima de las condiciones en las que estaba preso, en el campo de Saratov. Muchos años después, su figura fue rehabilitada paulatinamente.

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